jueves, 19 de noviembre de 2009

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ofelia




Fui a ver la exposicion" Lágrimas de Eros" y al ver esta fotografia de Gregory Crewdson, "Ofelia" me acordé de Ana

viernes, 30 de octubre de 2009

EL ANGEL DE LA BICICLETA

http://www.youtube.com/watch?v=facKCZhz7eE

Ocurrió en diciembre, en los días del hambre, cuando los poderosos habían despedazado el país y lo habían ido vendiendo trocito a trocito, cuando el dinero de los que tenían algo se convirtió en papel del monopoly y finalmente desapareció secuestrado por los bancos, cuando los que no tenían nada siguieron sin tener nada y después tuvieron algo menos que nada.
En esos tiempos, en una tierra que había sido la despensa del continente, era difícil conseguir tres comidas diarias y la gente empezó a alimentarse de su imaginación.
Se volvió al trueque; se organizaban mercadillos en los que se cambiaban dos madejas de lana verde por un pastel de calabaza, una pastilla de jabón de olor por media lata de carne en conserva o un paquete de café por dos tarros de mermelada casera. Delante de los bancos se organizaban determinados días de la semana, interminables colas para sacar un poco de dinero con el que pagar el recibo de la luz y evitar que la compañía cortase el suministro.
En los barrios más pobres, se organizaron comedores colectivos en los que se intentaba garantizar que, al menos los niños, tuvieran una comida digna al día. Todo el mundo llevaba su olla con lo que había podido encontrar y el guiso se compartía. Y cuando la buena voluntad no alcanzaba, se empezaron a asaltar supermercados. Como única respuesta, la autoridad decretó el estado de sitio. Se suspendieron, otra vez, todos los derechos y garantías constitucionales, la libertad de expresión y la de reunión. El horror y el espanto del fantasma de la dictadura volvió a aparecerse por calles y plazas. Pero esta vez la gente no acató y poco a poco comenzó a oírse por ciudades y pueblos un rumor que iba creciendo hasta convertirse en estruendo. Cientos, miles de cacerolas eran golpeadas desde balcones, desde ventanas, desde portales. Y después, salieron a la calle para decir que ya no tenían miedo, que ya no iban a poder con ellos, que no obedecerían ninguna orden que viniera de un poder político al que ya no se le reconocía ninguna autoridad. “Que se vayan todos”, gritaba la gente y en ese todos estaban englobados senadores, diputados, funcionarios, jueces y hasta el mismo Presidente.
Ocurrió en diciembre. La mañana del 18. Claudio trabajaba en un comedor escolar y recorría uno de esos barrios de casas de chapa montado en su bicicleta, intentando conseguir unos huevos o un trozo de carne con los que ayudar a inventar la comida del día. También organizaba talleres y actividades con los muchachos, abocados, como sus padres al paro y a la ignorancia. En su barrio también se saquearon dos supermercados en los que apenas ya quedaba nada y el ejército, por orden gubernamental, salió a la calle. Tomaron la plaza donde estaba su escuela y empezaron a disparar. Él se subió al tejado gritando “Bajen las armas, que aquí solo hay niños comiendo”. Una bala del comando 2270 le atravesó la traquea.
Después de su muerte las paredes del barrio, de la ciudad entera se llenaron de bicicletas aladas y de inscripciones “Claudio vive”. “Bajen las armas, que aquí solo hay pibes comiendo”

jueves, 29 de octubre de 2009

A mis treinta y seis años

Los cañones gritan y la muralla responde, esa es la lengua que importa, ni el griego ni el turco, murmullos entre algodones sucios y ardientes. El mar es rojo como la sangre que cae, despacio, la sangre que el parásito desprecia, demasiado gordo para moverse. . No siente nada, está paralizado, los oídos y ojos aún funcionan, pero la lengua perezosa no quiere ayudarle a gritar para que paren y le dejen tranquilo.

Intenta recordar Lepanto, la fortaleza objetivo, el pequeño puerto, los barcos en posición, hay que planificar o no habrá salida. No puede, sólo ve Escocia, lluvia, faldas que crujen y frío. Mujeres que coquetean o lloran, mujeres que suplican un romanticismo imposible, no saben quien es, el aristócrata de de amores escritos y nunca dichos.

Se cansó de Escocia, Inglaterra, Italia, como se cansó de Mary, Anna o Margarita, el cojo bribón, escurridizo, que escapaba en silencio a caballo y cambiaba de patria, llenando el hastío de conquista de libertades ajenas, que le llenaban durante meses hasta que el agujero crecía y todo se colaba por él.

Y ahora el hueco es demasiado grande y por él se rellenan las fuentes de cerámica, dos, tres, ha perdido la cuenta, blancas al llegar, rojas al marcharse, y no le quedan fuerzas, tiene treinta y seis años y sabe que en Missolonghi se acaba el viaje

(…)
Seek out--less often sought than found--
A soldier's grave, for thee the best;
Then look around, and choose thy ground,
And take thy rest.

On this Day I Complete my Thirty-Sixth Year
Lord Byron

jueves, 22 de octubre de 2009

Caleidoscopio

Rojo, azul, púrpura. Los colores se mezclan y renacen diferentes, o quizás solo disfrazados.

Al principio llegó el rojo. Dulce y ligeramente picante. Siouxsie and the Banshees suenan en el ambiente, a ritmo sincopado junto a las risas, las partidas de mus en el bar robadas a las clases y los novios de paso. Los días pasan fluidos. Exámenes que no cuestan demasiado, muchos amigos, focos nocturnos, en invierno o en verano. Los cines cambian de función, los mirones se vuelven actores en la última fila, y las historias se dividen en líneas paralelas. La de la pantalla se va difuminando, mientras el roce y el calor se hacen reales y lo apartan todo.

Los fluorescentes de la oficina tiñeron de azul el aire, las moquetas llenas de polvo y los despachos vacíos. El resto ha desaparecido bajo montañas de informes, y el la pantalla de ordenador las líneas de números se persiguen y nunca llegan a ningún sitio. Arañas amarillas sobre fondo otra vez azul. Hace frío dentro y fuera. En los altavoces suena “Black or blue”. Una mujer exótica llegó y se fue, sólo quedó el humo del cigarrillo sin dejar nada a cambio. La voz le suplica que se quede pero es tan inútil como el ruido de las teclas flotando a quince metros sobre el Paseo de la Castellana.

Se hundió en el mar y cuando parecía que el fondo no existía, pegó una patada y subió. La tierra se volvió púrpura y Siouxie volvió reírse. La mujer de las veintidós caras se desintegró y es la misma pero es otra. A veces las caricias calientan su cara y aún se avergüenza, otras intenta controlarse y ser lo que parece que se espera de ella, pero el hielo no acaba de salir, y es que cuando una gota de rojo se junta con otra de azul, no se puede volver atrás, por muchos colores que se intenten mezclar
.
Christine- Siouxie and the Banshees

She tries not to shatter, kaleidoscope style
Personality changes behind her red smile
Every new problem brings a stranger inside
Helplessly forcing one more new disguise

Christine-the strawberry girl
Christine-banana split lady

Singing sweet savages lost in our world
This big-eyed girl sees her faces unfurl
Now she's in purple
Now she's the turtle. Disintegrating

Christine-the strawberry girl
Christine-banana split lady
22 faces...disintegrating.


Black or Blue – Suede

There was a girl who flew the world from a lonely shore
Through southern snow to Heathrow to understand the law
There was a boy who loved the noise of the underground
He left the coast and overdosed on that London sound

He said "I don't care if you're black or blue
Me and the stars stay up for you
I don't care who's wrong or right
And I don't care for the U.K. tonight so stay stay"

And then one day she moved away from those garden walls
She left some flowers, he smoked for hours
She understood the law

I don't care if you're black or blue
Me and the stars stay up for you
I don't care who's wrong or right
And I don't care for the U.K. tonight
So stay, stay, stay, stay…
There was a girl who flew the world

lunes, 19 de octubre de 2009

Ya tengo mi canción!

http://www.youtube.com/watch?v=szih3b2DwOo

domingo, 18 de octubre de 2009

NUESTRAS PALABRAS

jueves, 15 de octubre de 2009

El peor texto del mundo escrito mal apropósito.

Abri la preciosa caja dorada con mucho nervio de poder encontrar aquello que tanto anhelaba. Nada más abrir la caja apareció brillante y luminoso.
Allí estaba el anillo, esperándome despues de cincuenta años dentro de la caja. Me lo puse en el dedo y comencé a pensar en Rafael.
Salí corriendo con mucho nervio y miedo y vi al socio de Lourdes que estaba de pie junto al horno. Mi alegría era tan grande que no tuve tiempo de mostrarle mi precioso anillo ya que deseaba salir a la calle a gritar de alegría.

¿¿¿ Malo verdad???

miércoles, 14 de octubre de 2009

miércoles, 7 de octubre de 2009

Pablo dijo:

Claus y Lucas hay que leerlo por lo menos DOS veces!

Habitar un cuerpo como un pozo
es saber que el eco de la piedra está muy por debajo del número cuarenta y tres de mis zapatos.
Que cuando me habitas, entrando y saliendo por los largos túneles que son mi cuerpo
Buscas viajar por un laberinto que te lleve al táctil espejo donde se ve la bestia.
Pero entras y penetras por la imagen apenas sólida en apariencia.
Oscura por demás, como todos los túneles.
Viajes de la ebriedad por el filo del miedo a nuestra muerte.
Aunque se y sabes,
como todos los que prostituyen su miedo para vestirlo, al modo de los niños con los muñecos, de apariencia.
Que todo cuanto se ve es mentira y también cuanto se toca y hasta cuanto se piensa.
Que cada vez que te llamas por tu nombre, o por uno de esos muchos con que te nombra el olvido.
Es el ladrillo que hace el túnel de lo que hablas.
De esa cascara vacía en que nada pasa al deshabitarla.
Por eso, por cada vez que mis ojos se abren tras las muertes cotidianas,
se que no hago más que repetir la historia del mundo,
anteceder a un derribo que como la luz de las estrellas, tan lejanas,
no es más que el ser el instante de paso en un camino.


no es más que el ser el instante de paso en un camino.

martes, 6 de octubre de 2009

Con los ojos de los demás


sábado, 3 de octubre de 2009

proyecto cartele

viernes, 2 de octubre de 2009

viernes, 25 de septiembre de 2009

vuelo



El miedo es una orografia extraña que nos separa,
Un intrépido abrazo con vocación de abismo.
Al que como a todo lo que nos distancia, por que te quiero, Estoy agradecido.
A veces te toco y me siento tan lejos, Tan del final del horizonte,
que casi podría volver y apoyar la mejilla en tus espaldas.
Me sé silencios.
Los aprendo repitiéndolos despacio infinitas veces.
Me pongo la piel de ausencia.
La mirada de ojos abiertos, para los otros, Como si los viera.
Esa mirada fija, que los deja tranquilos... y me dejan.
Me pasan por alto, de lado, por abajo.
Y me voy cerrando con hábito de flores muertas.
Se me caen las ingles, se quiebran, Se deshojan pétalo a pétalo tobillos y muñecas.
Me cuelgo un cartel en el pecho que en letras de rojo oscuro, casi negras,
entre puntos suspensivos dice:
Fin de fiesta.



Lo demás es silencio, ...que me aprendo,Y que me cubre

cumpleaños ( cuello de cisne )


No todos sabían que le faltaba una pierna.
Aunque lo veían cojear y para hablar con el miraban casi al suelo.
A mi hermano muerto,
siamés mio que nació separado por una operación quirúrgica de años entre nuestros partos,
le gustaban los pintalabios malvas para pintar la boca por donde su muñon se desangraba.
Le molestaba que no vieran la diferencia y que nos dijeran que no nos pareciamos en nada.
Hasta falsificó su registro para que tuvieramos los mismos apellidos.
No recuerdo muy bien que existiera hasta aquella mañana, en que me dijo que eramos demasiados y que debia irme de la casa.
Yo decidí volar, pero no soy un suicida y le dije que esperara a que me crecieran las alas.
Desde entonces cada mañana, pinta curvas de nivel en mi espalda pequeñas circunferencias concentricas de color malva.
Me asomo por el sotano en que vivimos con aire de pollo dejando el nido mientras el me vigila con sus heridas dibujando laberintos en el suelo y con la urdimbre de su cordón umbilical enrollado de bufanda.
He decidido no prolongar más el viaje, pero quiero esperar a una noche en que no este muerto y haya cerrado las ojeras pintadas de malva, para salir volando de a poco por la geografía subterranea de la ventana.

lunes, 21 de septiembre de 2009

viernes, 18 de septiembre de 2009

jueves, 17 de septiembre de 2009

Por que tambien las putas sueñan


Al menos las putas son sinceras...
al menos no engañan el alimento frio de su tristeza.
Quisiera ser puta,
no tender el veneno frio de la expectativa.
No vestir de amor la muerte.
no mentir-me, -te, -se, -la
desvestida del desarapo de los desueños.
Al menos las putas no mienten,
te envuelven su cuarto y mitad
o su mitad de cuarto
con la fria eficiencia del labio aplicado al formulario.
teclean su cuerpo contra el tuyo a 350 ppm,
te facturan el consuelo mientras miran volar nubes,
que se van lejos.
Por que tambien las putas sueñan,
pero no engañan.
Me sale tan mal ser puta,

pero a veces lo deseo tanto...
... ... ...

miércoles, 9 de septiembre de 2009


Miedo a cerrar los ojos
y que se vuelvan a abrir
en la noche quieta de silencios y sombras.

Larga espera de torbellinos y silabas
que entran y se quedan.

Muero en cada despertar,
pero despierto
vagabundeo entre prisas cotidianas
y no vivo, y no sueño.

Relato de verano

La primera de las chicas que se dio cuenta de su presencia fue Piedad. Las vio a primera hora de la mañana y silenciosamente, cerró la puerta dejando que se quedaran. Esperó unas horas para anunciárselo al resto y lo hizo a escondidas, en corrillos pequeños. La cara de todas al conocer su existencia fue de sorpresa que se convirtió al segundo en un gesto de contrariedad. Sabían lo que ocurriría si no actuaban en seguida pero no tenían las ganas para hacerlo.

Cada día alguna de ellas las veía pero sigilosamente se daban la vuelta mirando a otro lado. Ninguna hacía nada, esperando que fuera otra quien tomara la iniciativa .El sopor veraniego incitaba a la quietud y desidia.

El primer cadáver apareció a las dos semanas. Lo dejaron allí, Nadie se atrevió a quitarlo. El temor fue inundando el ambiente cargado por el sonido de teclados y ventiladores. No sabían cuantas había, ni en donde se escondían. Cada vez serían más.

Las chicas decidieron reunirse para hacer algo y eligieron a Elena e Inés para que fueran ellas quienes echaran el veneno. No se atrevieron y lo dejaron encima de la mesa, cerrando la puerta que se quedaría cerrada durante días. La cocina dejó de existir. Para ir al baño, todas daban la vuelta atravesando el corredor. Después de una semana volvieron a reunirse. Tenían que acabar con ellas. Habían venido con la nevera, tímidas y pequeñas, sin querer salir al principio reconociendo poco a poco en donde se encontraban. Ahora ya no se irían.

jueves, 20 de agosto de 2009

En tofino bay...

jueves, 13 de agosto de 2009

Botones


Ni antes ni después, ni luego ni mas tarde, (eso debe de ser de Andrea).

Cambiamos las cosas a nuestro antojo, ni siquiera sabemos como se nos quedan prendidas...como si la piel del alma fueran los garfios del velcro que lo van dejando todo adherido.
Uno no elije, le viene luego, en el vacío, en los ratos de oscuro..-persianas bajadas-luz en puntos suspensivos-ruidos del parque, horas muertas; ahí si , ahí estas atrapado en el mes de agosto, en la calma chicha de océano muerto,-libros de los cinco-bocadillo de salchichón de vic, del rosa con lunares blancos.el tiempo es una franja horaria interminable, donde día y noche son accidentes que apenas se diferencian entre los fósiles de los teléfonos muertos, los amigos muertos, los propios muertos, el propio muerto que uno lleva dentro que pugna por salir.- Sandía, madre, terraza.Agosto, como el tiempo, es más horizontal que vertical, hay una nausea extraña, desnuda, dócil lomo de gato que acaricio en el esófago:esa sensación de bucle en que se permanece atrapado agosto tras agosto; tedio tras tedio.Y los botones, (acabo de recordar que eso fue de Pablo)-bocadillos de salchichón de vic con fósiles de lunares grasos y blancos- los cinco que me llaman por teléfono:-Ring, ring -(aunque los teléfonos no suenen así hace ya mucho tiempo)y ahí esta la vieja foto con un agosto diferente del que ya no tengo memoria, o si...con mis pies pequeños sobre la sonrisa del bañador negrobouquetdefloresdemimadre con un bocadillo blanco y negro entre mis manos, con una piel blanca y negra sobre mis manos, con un silencio blanco y negro lleno de polvo de agosto tras agosto...Sandía, terraza, madre..........bocadillo de Vic,lunares blancos, pequeños botones blancos de una bata que salía, pero eso fue en el mes de mayo, cuando las imágenes se invertían pequeñitas en un gotero que lo invertía todo , gota a gota de color azulado.Cuando el bañador negrobouquetdefloresdemimadre lo habían cambiado por una bata extraña de lunares azules sin botones blancos como una loncha de salchichón de vic extremadamente pálido que yo veía en un gotero invierte todo irse desangrando, gota a gota. Lunar, a lunar como una lluvia insomne de botones blancos.Los botones que sirven para prender, para sujetar, como zipper suspensivos que atan unas partes a otras en nuestra memoria.Hoy he pensado en los botones, sin agujero con uno, con dos, con cuatro, he recordado la lata del aparador que contiene miles de ellos, una cebra cuadrada color verde musgo con listas doradas.He pensado en papá, en la esquina del cuarto, en el camisón de lunares, en el salchichón de vic, en mi exceso de botones.En los ojos como botones en blanco, que colgaban del hilo desprendido lentamente por los goteros azulados.Cambiamos las cosas a nuestro gusto como en las cajas de botones, ...nos las inventamos

martes, 11 de agosto de 2009

LA FLOR DE LA CANELA

Eran tres y entraron corriendo al vagón. Miraron a uno y otro lado para cerciorarse de que no había ningún vigilante e inmediatamente se pusieron a tocar. Guitarra, bombo y quena. Aunque no era una hora punta, el metro iba bastante lleno y los absurdos sombreros de mariachi que llevaban eran algo más que un estorbo. Entre San Bernardo y Noviciado se paseaba “La flor de la canela” ante la más absoluta indiferencia de los viajeros que a juzgar por la impasibilidad de sus caras, se habían quedado repentinamente sordos. Seguramente hubo un error de cálculo, porque cuando aún estábamos con los jazmines en el pelo, el tren se detuvo y los tres se bajaron tan atropelladamente como habían subido, sin tener tiempo para las rosas en la cara ni para pasar uno de los sombreros ante tan apática concurrencia. Seguramente se evitaron una decepción. Afuera era noviembre y llovía

lunes, 27 de julio de 2009

Numeros de circo

Convocatoria de ausencias y otros formularios
Han muerto los que inventaron el silencio.
Han muerto y todo esta lleno de ruido.
Como un enjambre enfurecido hablan de la luz,
Una luz tan intensa que elide la sombra.
Una sombra ausente,
un silencio muerto.

He llegado tarde al olvido,
en este anden ausente de la espera
con la memoria en mi maleta
obligado a seguir siendo quien respira.

Generaciones de paz aun me convocan,
manadas de cuerpos buscando silencio
me pesan en los pies mientras asciendo.

Como un buzo sin aire
que busca futuro en el grueso cristal
de una superficie aun demasiado lejana
.... ... ... ... ... ...
como fuegos artificiales, en mi pecho,
mientras golpeo el cristal los pulmones estallan.

jueves, 16 de julio de 2009

martes, 23 de junio de 2009

Espuma, plancton, mucho rojo y aniversarios

Un día 23 de junio como hoy, hace exactamente cincuenta años, un escritor maldito entró en un cine a hurtadillas para poder ver el estreno de la primera adaptación que se hacía de una obra suya, al que le habían prohibido asistir por lo que se conoce habitualmente como "desavenencias con el director". No sabemos que pensó de aquella película porque, aunque era joven, sólo 39 años, su corazón, tan fuerte para según qué cosas, no resistió la experiencia y murió. Y así cumplió, por poco, esa autoprofecía que repetía de que no alcanzaría los cuarenta, esa edad supuestamente de mal augurio que me cayó encima este año, por cierto.

Los universos de los libros de Boris Vian se cruzaban frecuentemente entre sí, el doctor asesino de sillas de "El otoño en Pekín" se había vuelto psicópata por no haber podido curar a la Chloé de "La espuma de los días", y cuando pensábamos que Angel había evitado un destino oscuro en el mismo "Pekín" (que por cierto, no ocurría ni en otoño ni en Pekín) caía en nuestras manos "El arrancacorazones" y descubríamos que su futuro no era un camino de rosas precisamente...

"La espuma de los días" fue el primer libro "adulto" que escogí leer, y me enamoró del todo, porque no sólo era una (bueno, en realidad tres) historia de amor preciosa y emocionante, era un mundo diferente a todo, donde las imágenes luminosas se intercalaban con críticas atroces (esas beneficiencia pública que degollaba niños... o esa crítica a Sartre que en realidad era su amigo, al menos hasta que se lió con su primera mujer). Y por lo visto no fui la única. En una encuesta a los lectores franceses sobre cual fue la obra que les provocó el gusto por la lectura, "La espuma de los días" ganó por abrumadora mayoría. Y yo estoy tan feliz de ser tan poco original.

Luego hay más cosas, fue ingeniero de obras públicas, experto en ferrocarriles (vale, lo mío es la hidráulica, no los ferrocarriles, pero es uno de los míos), fue músico, cantante, actor, vamos, todo lo que me habría gustado ser a mí. No tuvo suerte, quizás tampoco la buscó, le gustaban demasiado la irónía, el sarcasmo, la crítica, y nunca le perdonaron su afición al sexo o hacerse pasar por un escritor negro para reírse de los críticos de la época o escribir una canción sobre las razones para desertar de un pobre hombre en plena guerra de Indochina, en fin, todo un personaje. Lo que sí está claro es que hizo lo que quiso, hasta el final.

Y yo no le olvido, sigo disfrutando de sus libros. También hasta el final. En algo más nos teníamos que parecer

jueves, 18 de junio de 2009

De cómo Almudena y Christine desaparecieron una tarde de la casa de los Huertos

Las vio salir y cerrar la puerta con cuidado, rosa y rojo sobre asfalto. Tomaron el camino del arroyo, de tierra amaestrada, rebelde en algunos recodos pero sin salirse del trazado previsto. A veces bajaba lo suficiente para oírlas reírse al oído acercando las cabezas simétricas de forma y color.

Ellas no se dieron cuenta, sólo era una sombra que escondía un hombro del sol o cruzaba el camino un segundo antes de que llegaran. Vio como recogían cardos violetas y se quejaban al pincharse, como juntaban amapolas y hojas verdes enormes y sedosas.

Siguieron el cauce, cruzaron puentes, bebieron de los manantiales entre zarzas remontando con paso firme, parecían resueltas a encontrar la fuente, el origen de todo. Pasaron minutos, puede que horas, desde arriba nada es seguro, sólo intuición. Los campos amarillos se volvieron verdes y le costaba verlas cada vez más. Y cuando el arroyo había encogido tanto que parecía un hilo de plata, apareció el lago en medio del camino. Ellas entraron como si no estuviera allí, frenando atrapadas por el rozamiento y la ropa hinchada.

Se sintió desorientado, no recordaba haber visto nada igual por allí y se quedó mirando al pájaro que vibraba al otro lado del espejo. Se olvidó de ellas, del chapoteo, de las voces y las flores. Y cuando quiso volver ya no pudo verlas aunque buscó bajo los círculos que se hacían más y más grandes en la superficie, debajo sólo había espirales de algas moviéndose a ritmo lento y algo brillante que se asomaba bajo ellas

El grupo llevaba ya dos horas esperando a que volvieran, alrededor de la mesa del patio, los pies fríos y la cabeza inquieta. El mirlo bajó en picado y dejó algo ante sus ojos. Una pulsera de plata que todos reconocieron enredada en algas de río


Foto cortesía de P. Bravo (detalle)

viernes, 8 de mayo de 2009

Mi hueso




jueves, 30 de abril de 2009

jueves, 23 de abril de 2009

In memoriam

El 19 de abril murió el inspirador de mi blog (o al menos de su título). Pocos autores me han transportado a otros lugares con la precisión de James Graham Ballard. Lugares que estaban en este mundo pero a la vez tenían la magia de lo desconocido o irreal ya fueran la playa desquiciada de Vermillion Sands, un macro rascacielos o los suburbios de Londres. En los años sesenta, cuando eso del cambio climático ni existía, ya escribió “La sequía” y “El mundo sumergido”, cataclismos naturales que hoy quedan mucho más cerca. La distopia era su terreno y lo desarrolló tan perfectamente que el diccionario Collins incluso introdujo el término “ballardiano”*. Sus libros podían ser profundamente pesimistas sobre la esencia del hombre y su futuro, pero casi siempre querías estar en sus escenarios y vivir esas experiencias, volar o remontar un río en África, incluso hacer el amor en un coche a punto de estrellarse. El niño obsesionado por los aviones de “El imperio del sol” nunca dejó de volar, más lejos y más alto. El mundo hoy es un poco más gris. Espero que donde quiera que esté, continúe con su “Compañía de Sueños Ilimitada”.
.
En memoria de J.G. Ballard (1930-2009)
.

*"(1)Referente a James Graham Ballard (J. G. Ballard; nacido en 1930), novelista británico, o a su obra. (2) Que se parece o sugiere las condiciones descritas en los relatos o novelas de Ballard, esp. la modernidad distópica, los desoladores paisajes creados por el hombre y los efectos psicológicos del desarrollo tecnológico, social o ambiental"
.

.

Ausencias


Hace seis meses me tropecé con Amelia. Llevaba más de dos años sin verla, desde que se fue dejando vacía la mesa frente a mí. Eché de menos su música de cacharrería, las charlas a gritos con amigos sin nombre, e incluso las ojeras y temblores de viernes de resaca.

Nunca dio explicaciones, simplemente una mañana metió sus cosas en una caja de cartón y se esfumó. Recuerdo que me asombró lo poco que había acumulado en cinco años, ni libros, ni plantas, ni tazas de colores. Y su presencia constante se volvió hueco y trabajo aburrido

El pasado abril, delante del Círculo de Bellas Artes, su lugar favorito, que le devolvía a sus tardes de estudio en la biblioteca de la quinta planta, sentí un roce en la nuca. Desde pequeña me ocurre que a veces presiento cuando alguien conocido pasa detrás de mí. Es como una brisa que se metiera por la espalda hasta la base de mi cráneo. Mi hermana, la fanática de la anatomía, solía bromear diciendo que el hueco de mi atlas era demasiado grande para mi axis y que una ráfaga de viento tiraría mi cabeza al suelo algún día por pensar demasiado. Me acordé de ello e instintivamente me sujeté la cabeza mientras la giraba. Allí estaba ella. Casi no la reconocí.

Había perdido casi veinte kilos y llevaba el pelo largísimo en mechones enmarañados. El sujetador de flores desvaídas le asomaba por dos agujeros de la camiseta naranja que tanto me gustaba. Las ojeras seguían allí pero habían crecido, pensé que tardarían poco en alcanzar las grietas de los labios. Llevaba un lienzo en la mano.

Tuve que acercarme a su cara para entender lo que decía. El aliento le olía a acetona y algo más que no supe definir. No me dio tiempo a preguntarle nada, dijo que necesitaba dinero, lo que tuviera le bastaba. Me puso el cuadro entre las manos. Una mancha de óleo denso caía sobre una mujer desnuda tapándola casi por completo, Rocé los surcos duros casi esperando sentir las caderas bajo el chorro rojo oscuro. La cara no se distinguía pero hubiera jurado que era ella la que tendía las manos desde aquella ventana de tela. Me dio escalofríos.

Busqué en el bolso y le di lo que encontré, un billete de cincuenta euros. Lo cogió sin mirarme y la vi alejarse despacio, escorada hacia el costado derecho. El encuentro no había durado ni cinco minutos. Me entraron ganas de llorar.

El cuadro estuvo contra la pared de mi armario desde entonces. No podía mirarlo ni colgarlo, sentía la certeza absurda de que la sangre saldría del cuadro salpicándolo todo.

Ayer volví a pasar por el mismo lugar, Me senté en un banco a leer mientras esperaba a un amigo. Un viento frío se coló por el cuello de la chaqueta y oí mi nombre suspendido en el aire. Me giré, segura de encontrar a alguien familiar. No había nadie.

Una sombra voló sobre mi hombro y se posó sobre el libro. Era un billete de cincuenta euros.

miércoles, 22 de abril de 2009

martes, 14 de abril de 2009

Trasplantes


Recuerdo a Iñaki tal como era yo a los veinte años. Tal como era él. Como era todo.
Le recuerdo como se recuerda a esas personas y esos momentos que te construyen y a los que con el tiempo solo podemos culpar o agradecer por darnos una parte de lo que somos.

Él tenía la magia que le permitía salir y volver a salir del hospital con vida. Mientras los demás estábamos viajando, estudiando o peleando por lo nuestro, él escribía. Palabras, relatos, cuentos. Imagino el gotero trabajando siempre lento en su brazo. Una palabra, otra. Palabras que él articulaba en estructuras mágicas y poderosas.
Él las escribía en esa época en la que sólo tomamos decisiones importantes, cuando el peligro podía darnos más ganas de seguir adelante y yo me preguntaba cómo lo haría, cómo sería la primera idea, el primer cuento, el aspecto del papel tachado y corregido, la cara de aquella enfermera y su mano al volver a dejar la hoja en la mesilla, cuidado no se despierte el chico. Una gota, otra. Una idea, una palabra, un cuento. Una vida.

Recuerdo que cada vez tenía que volver antes al hospital. Otro trasplante. Un intento más. Y otro. Y a los veinte años qué iba a saber yo de los trasplantes. Imaginaba a alguien con mascarilla separar una vértebra de otra, imaginaba médulas de recién nacidos como peces respirando en una bandeja de metal. El gotero no lo imaginaba, el gotero lo veía: una gota de vida, una menos, otra. Y nos miraba, en plural, porque a los veinte años tus amigos son tu plural, y nos veía con tanto miedo y con tanto amor y tan pequeños ante “aquello”. Y aquí seguimos algunos ahora que ha pasado el tiempo. Y no se puede trasplantar la vida ¿verdad? Ni los huesos, ni las ideas y no sé si se pueden trasplantar las ganas, o si se inyectan gota a gota. Una gota de valor. Otra de perseverancia. Y el tiempo sigue pasando y nos convertimos en otras personas, con células de otros, con ideas que alguna vez reprocharemos o agradeceremos a alguien.

Entre trasplante y trasplante él sonreía. O gritaba. O vivía. No le quedaban bien aquellas médulas recién nacidas, pero necesitaba una estructura que lo sostuviera. Y yo me acuerdo tanto de Iñaki cuando escribo… yo que tengo la peor de las memorias entre palabra y palabra no puedo dejar de recordar su risa y sin querer se me escapa y sin querer la escribo y pienso ¿Dónde se encuentra mi primera palabra? ¿Entre la tercera y la cuarta vértebra lumbar? ¿Es allí donde nacen las palabras, los relatos, las ideas? Se están moviendo, saltan en la bandeja. Agarro una con las dos manos. Dejo que su risa atraviese mis huesos y me construya. Ha pasado el tiempo. Y yo agradezco.

domingo, 12 de abril de 2009


jueves, 2 de abril de 2009

Hermanas

Julia empezó a gritar desde sus ciento sesenta centímetros concentrados en once años de vida. Los puños cerrados aparecían blancos bajo el fluorescente de la clase. Los demás niños empezaron a llorar y a girar sin orden ni concierto. La coordinación que había costado una hora conseguir se perdió. Luis intentó controlar a la niña hablandole suavemente pero fue inútil, había entrado en su mundo de caos y aislamiento. Por suerte las madres acababan de llegar. Ana y María, las dos síndrome de Down más ligeras se despidieron moviendo la mano y sonriendo. El resto ni le vieron mientras los arrastraban fuera de la sala. Sólo quedó Julia, repetida mil veces en los espejos, inconsolable. Su madre llegaba tarde. Cuando parecía que la cabeza de Luis iba a estallar entró otra niña, de apenas cinco años, pero toda decisión. "Ven Julia, nos vamos a casa" le dijo tirando de su mano. Los gritos cesaron de repente y el maestro vió atónito salir a las dos niñas con ritmo acompasado y perderse en el pasillo

jueves, 19 de marzo de 2009

Pide un deseo

La trenza roja bailaba agarrada al árbol. En la rama más alta que había podido alcanzar para que nadie se la llevara y el deseo se cumpliera. Se subió al coche mirándola fijamente. Las cigüeñas habían llegado y dormían en el campanario. Todos desaparecieron en la primera curva. Abrió la ventana. Los árboles aceleraban tras cada derrape. "Traspasando la locura mecánica", solía decir él. El quitamiedos voló dejándoles paso. El viento se coló en el coche. Estarían juntos por la eternidad. Los deseos de marzo siempre se cumplen.

Atardecer

Me apoyo en la barandilla del mirador. Los nudos de la madera rascan mi estómago. La cuña rosada al fondo del valle se va apagando. El embalse en el horizonte se difumina en una mancha gris. Los pájaros callan. Sobre mí ya está oscuro y empiezo a notar el frío. Un brazo me cubre para darme calor. El mundo se paraliza. Veinte segundos vacíos y empiezan los ruidos nocturnos. Una estela blanca corta el cielo. Mis ojos la siguen. Una segunda línea aparece por la derecha de repente. Las trayectorias se unen. Un foco se ilumina y explota en nubes de humo. Silencio alrededor. En mi cabeza mil voces muertas gritan

jueves, 19 de febrero de 2009

Poética


Me gustan los relatos breves, me siento en el autobús por las mañanas y el fluorescente desaparece, de repente floto en el mar de los Sargazos, me arruino en el Bingo Paraíso o acaricio la nuca de María Antonieta. Es sólo un momento, una sensación, pero al fin y al cabo los días que recuerdas haber vivido son sólo instantes en que fuiste feliz o te hicieron daño, imágenes que quedaron impresas y que casi siempre mienten. Pinceladas de estampa impresionista.

No está el cuadro completo, sólo se entrevé un universo y se cierra la puerta de un portazo, el escalofrío, el calor o la furia siguen pero tendrán que crecer en otra cabeza y los personajes, si el lazo de la caja no es demasiado fuerte, terminarán haciendo lo que cada uno piense que deben hacer, quizás el gato-cobaya se escape o suene el teléfono por fin, esto no es una novela, es un cuento.

Algo que he sentido o querría vivir, un lugar imaginado, una conversación que nunca existió, explotan en el papel y vuelan mas allá, donde quieras llevarlos, ahora es tu trabajo, yo ya me he liberado, he bailado, he jugado o he besado y seguramente habré mentido. Mi tía bisabuela sorda no fue repudiada porque yo lo he decidido así, la historia se reescribe y se bifurca, sigue su camino y veo cómo se aleja.

Hoy algo distinto está creciendo justo en el hueco vacío, ahí donde el atlas sostiene mi cabeza, y cosquillea, se retuerce. No sabe hacia donde irá cuando abandone la nuca, si acabará riendo o clavando un cuchillo. Sólo sabe que tarde o temprano necesitará salir.


Pero ese es otro cuento.

jueves, 12 de febrero de 2009

Poética

Sumergirse e invisibilizarse
Nudos y entrenudos atrapan junto anzuelos y aguijones. Al soltarse, envuelven de nuevo. Desde la oscuridad rastrear las caras, los olores, la luz de sus rostros, la sombra de sus mutilados cuerpos.
Pasado el primer momento, sólo esta el recuerdo, la sensibilidad se transforma en olvido.
Escapar y serpentear con precaución, lentamente hacia lo alto de la colina iluminada en la noche por la lámpara del faro.
Irse vaciando.
En cada respiración desprenderse de la piel que recubre las heridas y envejecida se amontona en la cuneta formando figuras de polvo
Serpentear y avanzar renovándose en cada golpe de luz.
Quedarse dormida.
Soñar y regresar al camino.
Al alba la luz deja de girar .La nueva piel protege del viento
Ya no recopilo
Ya no acumulo
Solo tengo el papel en blanco

sábado, 7 de febrero de 2009

Los hilos

sábado, 31 de enero de 2009

LA TIA BISABUELA QUE SE QUEDÓ SORDA POR NADAR EN UN LAGO HELADO Y FUE REPUDIADA POR SU NOVIO


Primero fueron sus pies, los dedos blancos de sus pies y su risa. Luego su cuerpo de golpe en el frío.
Se mete en el lago con su vestido. Se muerde el labio, levanta la barbilla, siente los calambres, nota cada burbuja, el barro entre los dedos, el aire que corta. Su ropa mojada pesa como un vestido de novia. Y se escucha reír a sí misma y gritar debajo del agua.

Él la mira desde la orilla fascinado. No se atreve a seguirla, no se atreve a reprenderla, no se atreve a decirle que solo vive para ella. Desde la orilla ve cómo el agua le pega el pelo y la ropa a la piel y la escucha reírse y gritar, excitada en medio del invierno. Y desde la orilla le grita a esa mujer que jamás podrá ser un hombre a su lado.

Pero ella ya no le escucha.

lunes, 26 de enero de 2009

FANTASMAS

Encender la luz y hacerlos desaparecer para siempre. Mirar por fin bajo la cama. O dejar por la noche un cuenco lleno de comida, otro de agua, darles ropa de abrigo y un sitio donde dormir en mi armario… sonreír a esos fantasmas y dejar que me lleven con ellos.
A su lugar.

miércoles, 21 de enero de 2009

martes, 20 de enero de 2009

LA CARTA


Querida carta:
No te imaginas cuánto te deseo, llevo esperándote desde la misma noche del 17 de diciembre, en que me prometieron que te recibiría. Promesa tácita, claro, pero el año pasado todos la recibimos. ¿Por qué no ibas a llegar este también?.
El año pasado te retrasaste, -si, ya se que no fue culpa tuya,- el cartero suplente de Navidades se despistó, pero la espera mereció la pena, y recibirte me ilusionó tantó que te reconozco que fue una de las emociones más inesperadas.Y este año, que te deseo aun más, que te busco, ya casi desesperanzadamente con mi mano derecha en el buzón, cada vez que paso por delante de él, a cualquier hora, cualquier dia, aunque no sea de reparto postal, por si llegas a través de una mano amiga, estoy a punto de querer olvidarte.
Olvidarte y no esperarte ya, porque esta espera me está dejando sin fuerzas para otras esperas más importantes en mi vida. Llega ya, y no me hagas sufrir más. Otra vez, no, por favor.
Tuya,
Fdo.: L.C

sábado, 17 de enero de 2009

En el bar

Virginia sentía pánico a estar sola y más todavía a pensar que la gente se diera cuenta. No era capaz de entrar en un bar y sentarse en una mesa a no ser que hubiera quedado con alguien, Tenía la sensación que todo el mundo la miraría con cara de pena riéndose a sus espaldas. Un día pensó que debía quitarse esa idea egocéntrica de la cabeza y decidió ponerse a prueba yendo a un café de Malasaña en dónde seguro seria más fácil hacer el ridículo. No tenía muy claro si llevar un libro, una revista o un cuaderno para escribir, ni tampoco el tiempo adecuado que podía estar sin llamar demasiado la atención. Optó por una libreta discreta. Era inútil que intentara concentrarse en leer nada con los nervios que tendría y siempre podía garabatear alguna tontería en caso extremo. Eligio la tarde del domingo 19 de octubre para ponerse a prueba y entró con decisión en el café Ruiz .Se sentó en una mesa y con valentía pidió una cerveza. No sabia muy bien qué debía hacer en ese momento así que se dedicó a observar a la gente mientras esperaba a la camarera. Con la bebida ya en la mesa y dando sorbitos para que durara más, decidió que era el momento de sacar el bolígrafo y escribir algo. Un manotazo le tiró la cerveza encima. Solo alcanzó a ver una nariz que intentaba salirse del pelo que la cubría. Perdón, lo siento. Te pido otra. No pasa nada.

Lorena intentaba siempre ocultar su cara con el pelo y cuando entraba en un bar se solía sentar lo más lejos de la barra y a espaldas de la puerta. Tenía la convicción que su nariz parmesana era demasiado prominente para poder tener un rostro armonioso. Le gustaba mucho ir la café Ruiz. Se había enamorado completamente del camarero. Alfredo era camaleónico, podía tener o cincuenta años o solo treinta cuando miraba con sus ojos azules de forma seductora. Lorena iba domingo tras domingo al café para ver esa cara curtida por el sol detrás de la barra y sentir la absoluta indiferencia con que le ponía el capuchino mientras ella procuraba tapar su nariz. Después, se sentaba en la mesa del fondo junto al espejo desde podía verle sin mostrar el rostro. Nunca se había atrevido a hablar con él .Hasta hoy que era su cumpleaños. 19 de octubre. Le diría algo. Se levantó decida a hacerlo y tropezó con el bolso de una chica pelirroja que tenia los ojos metidos en una libreta. Perdón, lo siento. Te pido otra. No pasa nada.

Después de un rato escribiendo Virginia levanto los ojos . Un chico la miraba sonriendo. Se puso nerviosa. Con los labios le dijo: me llamo Ramón.

Ramón acostumbraba a sentarse solo cerca de la puerta. Solía pedir un café y desplegaba unas revistas de viaje encima de la mesa. Generalmente llevaba alguna bolsa de un gran almacén que dejaba caer sobre la silla como si acabara de llegar de compras. Le daba resultado lo de las revistas. Casi siempre alguien se paraba a preguntarle si podía ojear alguna, si tenía pensado viajar o si había estado en tal o cual parte. Este domingo estaba especialmente necesitado. Se cumplían seis meses desde que le habían dejado a través de una nota colgada en el tendedero.

Lorena mientras pagaba el capuchino balbuceo algo original del tipo me gustan tus ojos. Nada mas decirlo se arrepintió al instante, cogio el café y se lanzó a la primera mesa que encontró en su camino sobre la que había una revista de viajes de Burkina Fasso y una botas de piel de serpiente que se asomaban por debajo . Retiró una bolsa de Zara de la silla y se sentó colorada como un tomate .Intentado olvidar la visión de las puntas de piel le dijo al dueño de las revistas que justo este verano estaba pensando ir a Burkina Faso y que si por favor le podía contar algo. Ramón que no había estado en Burkina jamás le empezó a hablar entusiasmado lo maravilloso que era este país .Lorena sin escuchar nada se acordó de que tenia que taparse la cara y se preguntó si el color de su piel habría pasado en algún momento a un tono mas rosado. Ramón no dejaba de hablar, que si los elefantes, los safaris y los templos budistas. Mientras le contaba la travesía por río congo ya animado a mezclar cualquier sitio con tal de tenerla cerca pensó que debía hacer algo para llevarla a algún lugar más intimo. Más tranquila Lorena vio que el camarero había salido a la calle a fumar un momento y aprovechó para largarse .Ramón se quedo con los tés morunos del zoco de Burkina en la boca mirándola el culo mientras se alejaba. De reojo creyó ver una pelirroja obervándole. Aprovechó. Me llamo Ramón le dijo con los labios sonriendo. Toda nerviosa la chica bajo los ojos.

De repente unas carcajadas hicieron levantar a Virginia la cabeza del papel. En la mesa de al lado había tres chicas sentadas con unos cuadernos. Una de ellas tenía una polaroid y les estaba haciendo fotos a las otras dos. No paraban de reír y de mirar a todas las mesas como si buscaran algo. Al rato se callaron y comenzaron a escribir.

jueves, 15 de enero de 2009

Dura de pelar


Pero qué dices, hija, ese hombre no era un loco, ni un asesino. Pobrecillo, un ladronzuelo como mucho.
Es que desde que vivo aquí contigo y no en mi casa... cada vez me pasan cosas más raras. No me entiendo con los aparatos ni con tu cocina, si es que no sé ni dónde tienes guardados los cacharros.
Y el autobús, no es como el de mi calle, éste da tantas vueltas que te puede pasar cualquier cosa, pero vamos, en cuanto se subió al autobús lo vi venir. Lo calé en el primer momento, me dije: "Mari, cuidao, que éste no trae buenas intenciones"
Era... era... cómo te voy yo a decir, pues un drogadicto parecía, así vestido y sin peinar ¡se me heló la sangre en los huesos!
Y se me sienta al lado, yo venga a temblar, con el corazón que me latía en el puño, pensando: "éste cuando me baje se viene detrás y me quita el bolso".
Tuve que dejar de hacer punto, porque no acertaba a meter la aguja por ningún sitio.
A mí ya me robaron una vez y la verdad es que me dio igual porque el señor era muy elegante, pero ahora que llevo la foto de tu padre en el bolso ¡ay! ahora no me lo quita nadie. Con su marco y todo, llevo la foto.
¡Qué ojos tenía tu padre! era un hombre guapo, no como los de ahora, que todos parece que llevan tres días sin comer.
Yo ahí pensando en tu padre y rezando, si, rezando porque no quería que me quitaran su foto, y me apetecía mirarla pero me daba miedo abrir el bolso, por si acaso el drogadicto se anima y ni espera a que me baje para darme el tirón...y entonces ¡nena! empiezo a notar algo raro, como que se mete la mano en el bolsillo y yo ya sospechando, porque el bolso estaba cerrado y rezando porque no me pase nada que me temblaban tanto las manos que tuve que dejar la labor y concentrarme en tu padre...
En ese momento me miro las manos a ver si tiemblan y madre mía, el reloj ¡El hombre no quería el bolso, quería el reloj! 
Pero mira que ese reloj a mí me gusta mucho, y el drogadicto que no se levanta ni nada, y yo pensando, mira éste que me roba el reloj y encima se queda aquí tranquilo, se cree que soy tonta o qué, el reloj, que me lo regaló tu difunto padre que en paz descanse y yo ahora sin mi casa y sin mis vecinas y en un autobús que no sé por dónde pasa y por dónde no, y encima sin mi reloj No, no , no, no, Así que así disimuladamente le clavo un poco las agujas de punto en el brazo y le digo "El reloj" y abro el bolso, porque total, de tu padre prefiero el reloj a la foto... y así muy digna cierro el bolso y me bajo aquí al lado de casa, y ahora que vengo a quitarme el abrigo ¡pues ahí está mi reloj en la mesita de la entrada! ¿y el que llevo en el bolso? pues no sé, será el del hombre...

lunes, 12 de enero de 2009

Nevada


Te vi, hoy, justo hoy, en mi mundo blanco te vi, paseando por mi puente especial. Me quité la capucha para escuchar su silencio níveo, y de pronto, oí ruido a mi espalda.
Al principio me asusté, pero después vi que eras tú, con tu abrigo de cuello smoking, tu traje de chaqueta y zapatos de cordones como un inglés de la city; contrastaban con la expresión relajada de tu cara, y una bola de nieve en tu mano derecha. Me sonreíste, y si, entonces te vi, como el niño que recuerdo.

martes, 6 de enero de 2009

foro