jueves, 15 de diciembre de 2016

El cuento de la criada. Margaret Atwood

 Lectura totalmente obligada e imprescindible¡
 No ceo que sea ciencia ficcion

Trologia del Baztan. Diolores Redondo


Totalmente de acuerdo con lo que dice el Babelia en un artículo sobre los premios planeta  , Dolores Redondo y mas.

La trilogía:

No está nada mal¡¡¡¡

De hecho está muy bien . Quizá  porque me ha descubierto aspectos desconocidos de mis raíces navarras como el Basajun???

Enemigo de lo real. Vicente Molina Fox





Diversos ensayos sobre escritores , mas que sobre escritoras aunque alguna hay.

El olvido que seremos. Héctor Abad



                     No lo había leído¡


                      Paloma , imprescindible que lo leas  para tu proyecto¡

Las Inviernas. Cristina Sánchez Andrade





  Realismo mágico en Galicia.  Una gran historia y todo lo demas

lunes, 3 de octubre de 2016

Las Efímeras. Pilar Andón

Galaxia Gutenberg 2015                                                   

Una buena historia sobre una extraña comunidad, sobre el individualismo y la difícil relación entre personas que asumen roles de cuidadoras estableciéndose relaciones de poder.
La trama es magnífica  pero para mi gusto se encuentra sobre explicada y la forma de escribir de la autora, dando vueltas a la misma idea que dice de siete formas diferentes en los monólogos interiores de los personajes, es al final un poco cansina. Una pena.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La novela de la madre y del padre

He estado haciendo un taller de escritura intensivo en Fuentetaja (aquí pondría un emoticón guiñando un ojo). "La novela de la madre y del padre" con Elvira Navarro. Interesante, muy interesante.
La lista de lecturas recomendadas lo es también, aunque tengo la sensación de que esta podría alargarse casi hasta el infinito.

La copio aquí. Poco a poco iré comentando algunas de ellas.

Meditaciones, Marco Aurelio, Cátedra 2004.
Carta al padre y otros escritos, Franz Kafka, Alianza, 2004.
Un dique contra el pacífico, Marguerite Duras, Tusquets, 2008.
El amante, Marguerite Duras, Tusquets, 1994.
Léxico familiar, Natalia Ginzburg, Lumen, 2007.
Una muerte muy dulce, Simone de Beauvoir, Edhasa, 2003.
Relatos autobiográficos: El origen, El sótano, El aliento, El frío, Un niño, Thomas Bernhard, Anagrama,
 El pez en el agua, Mario Vargas Llosa, Punto de Lectura, 2011.
 Patrimonio: una historia verdadera, Philip Roth, Seix Barral, 2003.
La invención de la soledad, Paul Auster, Anagrama, 2012.
Nada se opone a la noche, Delphine de Vigan, Anagrama, 2012.
Tiempo de vida, Marcos Giralt Torrente, Anagrama, 2010.
Mi madre, Richard Ford, Anagrama, 2010.
La muerte del padre, Karl Ove Knausgård. Anagrama, 2012
 Desgracia impeorable, Peter Handke, Alianza, 2011.
¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, Jeanette Winterson, Lumen, 2012.
Canción de tumba, Julián Herbert, Mondadori, 2011.
Cosas que los nietos deberían saber, Mark Oliver Everett, Blackie Books, 2009.
Tótem y tabú, Sigmund Freud, Alianza Editorial, 2011.
Arquetipos e inconsciente colectivos, Carl Gustav Jung, Paidós Ibérica, 2009.
El viaje a pie de Johann Sebastian, Carlos Pardo, Periférica, 2014.
Fuera de tiempo, Antonio de Paco, Caballo de Troya, 2015.


Paloma

jueves, 15 de septiembre de 2016

Es una novela negra, pero también algo más. China Miéville es un escritor de fantasía, aviso, aunque el se autodefine como escritor de "ficción extraña" y no le falta razón porque si esperáis ver fantasía habitual no la vais a encontrar. Incluso a veces, como en este caso, parecerá que no lo sea al menos de momento. Escribe muy bien, y lo que imagina me fascina. A ver si consigo que os internéis en las novelas de género...

jueves, 8 de septiembre de 2016

Libro recomendado

Libro recomendado

Del color de la leche. Nell Leyson 

Editorial Sexto Piso 2013

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/22/actualidad/1419263372_594947.html


 Por el tema, por la forma en la que está escrito. Duro. Narra una niña de quince años de forma sencilla y clara. Me ha encantado¡ 
Gracias Paloma por este regalo¡¡¡

viernes, 13 de abril de 2012

Volver a casa


Viajamos en auto-stop. Simplemente nos dejamos llevar y escuchamos la música. Sí, a veces nos quedamos dormidas. Es difícil no quedarse dormida, viajamos durante todo el día. No conocemos las carreteras, así que siempre estamos perdidas. Le digo a Eva que esto es un gran acto de confianza. Entre nosotras no, entre tú y yo y los demás. Nos dejamos llevar. El conductor sabe que no le haremos ningún daño. O quizá no lo sabe y lo que le gusta es eso: sentir que transgrede algún tipo de límite. Es un pacto entre desconocidos, le digo a Eva: un compromiso.

Siempre es un hombre solo. Las mujeres no están acostumbradas a confiar así, sin más. Nos miran con desaprobación, como si ya nos hubiera sucedido algo terrible. Como si ellas ya nos lo hubieran advertido: las que conducen, las esposas que callan en el asiento del copiloto. Las siempre preciosas y distantes hijas de la parte de atrás, miran distraídas el paisaje por la ventanilla cerrada y sus ojos se detienen siempre en nosotras, como si no mereciera la pena, como si se murieran de envidia. Intuyen que, si sus hombres viajaran solos, pararían en el desvío. Nos preguntarían a dónde vamos, nos llevarían para tener a alguien con quien charlar, para sentirse un poco más valientes, para poder contarlo por ahí.

Estamos en el norte y suele llover, pero aquí a nadie le importa. No nos dirán que nos limpiemos los zapatos, a nadie le preocupa que mojemos los asientos. Cuando no pasan coches, Eva y yo aguantamos bajo la lluvia. Es parte del trato. Por la noche llegamos a alguna pequeña ciudad, buscamos un sitio para dormir y decimos que nos quedaremos a pasar unos días, pero en realidad lo que más nos apetece es volver a salir al cruce a esperar a los coches, a apostar de qué color será el próximo en parar. A inventarnos historias que contaremos al próximo desconocido. No es que el viaje sea el destino, es que no vamos a ninguna parte, ¿sabes? Creo que lo que pasa es que nos asusta quedarnos en un lugar. Enviar postales a casa. Y todo lo demás.

Los coches rojos son míos, los grises son de Eva, y la que gana tiene que ser la primera en hablar con el conductor. Cuando digo hablar me refiero a hacerle alguna pregunta muy personal. Una vez un ejecutivo, vestido de traje nos dio dinero para comer. Nos preguntó si no nos daba miedo ir viajando solas por ahí. Lo que pasa es que era mucho, mucho dinero, ¿sabes? Otro nos llevó a su casa en el pueblo, nos presentó a su madre. Vínculos extraños, parece como si la gente tuviera siempre ganas de cuidar de algo: un perro, una corbata, una gardenia, dos chicas en un desvío de la A-66 hacia Llanes. Quieren ser responsables de algo pequeño y frágil. Quieren ayudar. Y ya sabes lo que pasa: una vez que alguien te he hecho un favor, casi seguramente seguirá ayudándote. Aunque tú ni siquiera lo necesites.

Nos regalaron una manta, un antiguo casette de Queen. Hombres a los que no volveríamos a ver, hombres que, como estaban conduciendo, ni siquiera nos daban la mano al entrar. Uno nos dijo “Joder, sois o mejor que me ha pasado hoy” otro nos pidió que le acompañáramos esa noche al cumpleaños de un amigo. Simplemente es que no queremos volver a casa. Un señor nos dejó las llaves de un piso que tenía en Vitoria por si necesitábamos pasar allí la noche. No hay nada en la nevera, nos advirtió.

A veces no tenemos suerte y pasamos horas en una salida de la autopista. Eva se pone a dar pequeños saltitos de los nervios, pero fingiendo que tiene un poco de frío. Me da un codazo cuando escucha un coche acercarse. ¿Rojo o gris? Me pregunta. Cuando nos dejan en una gasolinera, pedimos dinero para comprar comida y coca-colas, y jugamos con los perros abandonados. Al fin y al cabo ellos también se meterían en un coche con cualquiera, dice Eva.

En algún lugar en la carretera que va desde Irún a Hendaya, un transportista que nos lleva en una furgoneta Citroën roja nos pregunta por qué lo hacemos. El aire entra por la ventanilla y el pelo me hace cosquillas en la cara y en el cuello. Hoy quizá tendremos que aprender a hablar en otro idioma para conseguir un sitio donde dormir. Eva sonríe se encoje de hombros y apoya la cabeza en el cristal, cierra los ojos y le dice que hemos llegado tan lejos que ahora lo que nos da miedo es tener que volver. Volver a casa.

jueves, 9 de febrero de 2012

Otro verano



Porque recuerdo el olor de la hierba puedo empezar diciendo que era verano. Jugábamos. El corazón golpeando fuerte en la tierra, la nariz pegada al suelo, conteniendo la respiración después de la carrera. Si te descubren, corre: corre hasta la piscina, sube por la escalinata del porche, corre hasta tocar la columna. Cuidado con el último peldaño, parece que está a punto de caerse.

Cada verano hacemos bocadillos, inventamos una excusa y atravesamos el bosque de pinos. Hay que caminar toda la mañana para llegar hasta allí. Vamos todos juntos, hacemos bromas, cantamos alguna de esas canciones, cuando no pasa nadie por el camino, abrimos el alambre de la valla y entramos en el recinto. El bosque se aclara y podemos ver la casa, una pared blanca y brillante, una torre, en medio del mundo. Desde lejos no puedes saber que está vacía.

La primera parada, siempre, es la piscina. Dependemos de las lluvias. Este verano un tronco flota en el agua y el fondo está oscuro. Alguien dice que ha visto un pez. ¿Cómo ha llegado un pez hasta allí? Tiramos piedras y nos quedamos mirando las ondas, como si algo fuera a pasar. Vamos adentro, vamos adentro. La casa es enorme. Es de día y escuchamos cantar a los pájaros, y sin embargo, tenemos miedo.

Otro verano.

Guardamos silencio. Miramos un pájaro clavado en la pared del sótano, las alas extendidas, la sangre ya seca en el muro. Alguien dice que es magia negra. Nos reímos, pero el miedo corretea entre nuestros pies como un cachorro. De nada sirve escapar, porque no hay nadie. Además ¿Quién puede tenerle miedo a un pájaro, vivo o muerto? La casa se convierte en territorio compartido. Sabemos que hay otros, y buscamos su rastro: pisadas, huellas, mechones de pelo enredados en el alambre… cualquier cosa.

Al día siguiente atravesamos el bosque en silencio, vigilando. En el muro del sótano, la sangre permanece, pero el pájaro ya no está. Lo llamamos como llamaríamos a un muerto: dibujamos con tiza en el suelo las marcas que pensamos que convocarán su espíritu: lunas, estrellas de cinco, de seis puntas. Nadie aparece. Solamente revolotea entre los escombros una mariposa grisácea ¿Será él?

Otro verano.

Jugamos a las cartas en la habitación principal. Hemos traído una tabla de madera que sujetamos con trozos caídos la barandilla de mármol. El salón es enorme, y donde debería estar el techo solamente hay luz del sol. Desde allí escuchamos los pasos del hombre que se acerca. Los jadeos de los perros, que no nos delatan. Ellos saben que estamos ahí, saben que venimos aquí, verano tras verano. Pueden olernos. El hombre pasea, no está buscando, pero lleva una escopeta. El color de su ropa se confunde con los troncos de los pinos. Son perdigones de sal, no pueden hacernos daño, nos decimos, pero cuando viene, nos ocultamos tras las columnas, bajo la escalera en ruinas, nos convertimos en parte de la casa, de los matorrales de espinos que ya crecen en las habitaciones, nos confundimos con las ruinas del porche. Por si acaso, me aprieto contra su cuerpo en lugares pequeños, fingiendo que es mejor para todos.

Si nos descubre, corremos, corremos hasta el límite marcado con verja de alambre, hasta el final del bosque de pinos, corremos hasta la carretera, y de camino a casa nos mostramos las marcas, como trofeos, de los impactos recibidos en la piel.

Celebramos otro verano, organizamos una fiesta. Estoy de pie, apoyada en un trozo de piedra que fue columna, bebiendo algo con coca cola en una copa de plástico. Los demás preparan la fogata para una barbacoa. Hemos robado la comida de nuestras casas, hemos falsificado el carnet para comprar bebidas. Y yo me muero de ganas y él está caminando hacia mí.

De la mano, bajamos al sótano. Es el único lugar que tiene paredes, aunque yo preferiría estar al aire libre, mirar al cielo, escuchar algún búho. Aquí no puedo ver, pero no me importa. El momento es lo que importa, a partir de ahora es cuando todo empieza, él ha bajado conmigo la escalera, apartando las hojas para que no las pise, y al apoyar la espalda desnuda en la pared, pienso en la sangre del pájaro y en mi espíritu, y en cuántos años vive una mariposa gris.

No nos diremos ni una palabra en el camino de vuelta a casa. No importa. Importa cómo le tembló la voz mientras me lo pedía. Importan los espinos del arbusto que nos clavamos antes de entrar. Nuestra respiración, el jadeo de los perros, la columna en ruinas, esa que ya no está. El techo del salón, el sótano sin pájaro, el pez, la piscina, el porche con la escalinata por la que el verano que viene ya no podremos subir.

lunes, 6 de junio de 2011

Cronómetro 12:00


He planeado vivir mi muerte: lo he deseado a oscuras, lo he suplicado con vergüenza y con culpa. Cada mañana me he arrepentido.

No consigo no imaginar. Simplemente. Morir y sin embargo, estar. Sentir la muerte, vivir ese acabarse. Simplemente. Conseguir permanecer así.

Pero mi cuerpo no deja que me engañe. Ese cuerpo que me pide y me traiciona. Su calor, su latido, el insoportable parpadeo que me recuerda que todavía soy.

Mientras tanto, construyo en mi cabeza la historia: La falta de frío dentro y fuera de mi piel. La palidez de la sangre que se deja llevar.

Y el cese de la respiración me permite escuchar otros sonidos: El mitológico crecimiento de las uñas. El lento hundimiento de los ojos. El no-movimiento:
el principio.

martes, 3 de mayo de 2011

miércoles, 22 de diciembre de 2010

LLUVIA


Lluvia. Sigue lloviendo con fuerza.

Corro para intentar seguirla. Arrastro la tristeza tanto tiempo que ya pesa. Pesa tanto que no puedo seguir a la lluvia.

Quiero desprenderme de ella.

Las máscaras se van cayendo sobre los charcos, una a una.
Quiero dejar de correr.

Paro sobre el asfalto y reconozco mi cara entre las gotas

martes, 23 de noviembre de 2010

LA PRIMERA VOCAL

(Para Aña y todas las "As"


La primera vocal.
La de la luna.
La de la ola y la marea.

La niña lista
peinada con flequillo y con trenza.
La niña mala.
La dona hermosa y fuerte,
La sensible y la tonta.
La inclinada a dejarse embaucar
por “oes” canallas.
La que no miente nunca,
la rebelde.

También la “a” de madre,
La de hermana y abuela.
La de hija, que abarca tanto
que da la vuelta al mar
y siempre vuelve.

La inmensa “a” de amiga,
la de la sal y el agua,
la del pan.

Y volando entre todas y en su origen
las “aes” de amor y tierra.

martes, 12 de octubre de 2010

Juan Rulfo lee "No oyes ladrar los perros"

A disfrutarlo y hasta mañana!

http://www.youtube.com/watch?v=cewv7qyUpsA

martes, 27 de julio de 2010

Biografías I

viernes, 28 de mayo de 2010

HAYKUS (O ALGO PARECIDO)


Flecha hacia el cielo
la primavera vuela
vencejo arriba.

La peonía
crece ajena al peligro
y a su belleza.

La noche llega
escondiendo en sus sombras
fuego y mentiras.

El árbol bajo el viento
barco sin mar
esperando el diluvio.

Los chopos en hilera
silencio vivo
catedrales frondosas.

Árbol dorado,
leña seca en la tarde.
Serenidad.

Cigüeña en vuelo
percha para colgar
la luz del día

En mitad de la tarde
lloramos lluvia
antes del arcoiris.

martes, 25 de mayo de 2010

Ofelia en primavera




viernes, 21 de mayo de 2010

ESTE VIERNES NOS INVITAN AL BUKOWSKI...

...y, muy exasperadamente, hemos aceptado.

Es para nosotros un gran placer formar parte de este emblemático lugar, punto de encuentro desde hace ya unos años de escritores, poetas, lectores y demás gente de mal vivir.

Viernes 21 de Mayo a las 21:30 H
Club BUKOWSKI
calle San Vicente Ferrer, 21 - MADRID

¡Nos gustará verte!


Recuerda que también puedes exasperarte con nosotros en Facebook:
http://tinyurl.com/33kj53b

jueves, 29 de abril de 2010

EXASPERADOS EN...


Mañana volvemos a exasperarnos. Si puedes esperar un día más para ir a ver Iron Man 2, aquí tienes un evento:

Viernes 30 de Abril a las 20:00 H
Librería ENCLAVE DE LIBROS
calle Relatores, 16 - MADRID


¡Nos gustará verte!

Síguenos en Facebook:
http://tinyurl.com/33kj53b

Y si te apetece, sigue exasperándote con nosotros en:
http://www.exasperados.blogspot.com/

¡Gracias por vuestro incondicional apoyo!

miércoles, 28 de abril de 2010

ME FUI

Me fui.
Me fui de la casa de mis padres
Me fui y salí al mundo.
Caminé por mesetas y desfiladeros
por planicies terribles donde tan sólo habitan
los huesos calcinados de los bueyes
Por desiertos oscuros
donde duele sentir.
(También por lunas frescas
con aroma a ajedrea)
Viaje por continentes que no están en los mapas.
Locamente, me vestí de locura.
Comí del pan amargo del olvido.
Quise morir tres veces
y en mitad de la última agonía
vi tu sonrisa
florecida de lluvia.



Paloma González Poza

LA CASA FAMILIAR


LA CASA FAMILIAR


Las cenizas del pasado crecen
y abrigan este espacio inventado
esta raíz mutante
que sostiene y a la vez destruye.
Esta gruta olorosa
a invierno y a membrillo.
Debajo de la cama habita el miedo
y espero, con ojos como agujas
el beso de mi madre
que apacigüe las sombras



II

Aquí cabemos todos,
en esta casa que es ceniza y ombligo,
pies contra pies,
abrigados al cálido brasero
de ese invierno mutante de la infancia.
Llovió durante años
y la madre se convirtió en raíz,
encandiló a los niños
cosiendo historias rotas en sus párpados.

miércoles, 14 de abril de 2010

Es para siempre


La boca absorbe el latido de los labios, el cuerpo se estremece. Ella le mira a los ojos por última vez, enormes las pupilas llenas de noche. Quiere que dure para siempre, pero tiene que irse. Aguanta la respiración, suelta su mano y dobla la esquina.

El taxista le pregunta si es agua o nieve lo que cae lentamente sobre el cristal. Ella imagina una estatua de hielo, los músculos fríos, en la esquina en la que tantas veces le dijo adiós. “Ésta es para siempre”, piensa, y con la manga del abrigo se limpia las manchas de sangre, aún caliente, de las manos.

viernes, 19 de marzo de 2010

Y entonces, apreté el botón.

Oí una vez que tan sólo un pequeño cambio en tu vida podía ser como abrir de par en par las puertas a la mismísima felicidad. Pero claro, cuando quieres darte cuenta de esto, se te ha ido la mitad del tiempo en otros asuntos. Ahora que todo en mi vida parecía no tener arreglo, vi perfectamente dónde estaba mi felicidad: Y es que siempre había necesitado una máquina como aquella.

El asiento no era demasiado cómodo. Había tenido que ocuparme de tantas cosas que volví a olvidar ese pequeño detalle. Por lo demás, todo estaba en su sitio. El espectacular cinturón de seguridad forrado en piel de vaca, aquella super-resistente pintura metalizada, a juego con el volante de acero cromado, y unas carísimas luces tipo LED que respondían perfectamente a toda la información que llegaba desde el alucinante cuadro de mandos chapado en platino. Había empleado bien cada minuto invertido y ahora no lamentaba que me hubieran largado del trabajo hace un mes y que mi mujer no me hiciera ya más caso que a un Madrid-Barça. Afuera, el tiempo libraba una feroz batalla con todos los demonios del universo y parecía lanzar brazos y piernas desmembrados contra la puerta cerrada del garaje. Una tormenta memorable. Era hora ya de probar aquel cacharro. Y entonces, apreté el botón.

De no ser porque soltó la bolsa para darse el impulso necesario con la mano derecha y poder así saltar hasta el césped, me hubiera llevado por delante a María con el coche. No tuvieron mejor suerte esas naranjas que llevaba en su interior, que exprimieron hasta la última gota de su zumo bajo las ruedas de aquel trasto que acababa de comprar en el desguace de la esquina.

-¿Qué te parece? –dije orgulloso- ¡Funciona! –y echando un vistazo desde mi asiento de conductor al amasijo anaranjado que se acumulaba ahora en las ruedas- esto, con un par de retoquitos ahora que por fin tengo tiempo...

-Tiempo, tiempo… -María, retirándose unas molestas y pegajosas gotas de su cara, permanecía en el suelo, junto al camino de piedras que llevaba hasta el garaje- si no lo perdieras tanto en bobadas como esta, tendrías todo el tiempo del mundo.

-¿Estás bien? –grité decepcionado-. Sube. Vamos a meter todo esto dentro.

María ni siquiera hizo el intento de recoger sus bolsas. Ya no miraba cuando la vi cerrar de un portazo la puerta de la entrada.

-A ver cuando encuentras ya un puto trab… –me pareció oír esta vez.

Esperaba esa reacción, pero me extrañó ver las naranjas. Cogí el periódico del día que aún permanecía en mitad del jardín. ¿Qué demonios era una ciclogénesis explosiva? Entré en casa pensando en cómo explicarle a María todo lo que había sucedido, aunque no iba a ser fácil, teniendo en cuenta el histórico de los últimos días. Tenía claro que ella aún no entendía mi especial empeño en aquel coche. Y estaba claro que su primera experiencia no había sido lo que se dice una cordial bienvenida. Para ella, aquella maravillosa máquina no era más que un montón de chatarra que sumaba doble puntuación para su premio especial al marido menos marido del barrio. Pero ya tendría tiempo de manejar aquello, no sería la primera vez. Debía ocuparme ahora de algo más importante: lograr que aquella máquina funcionara correctamente de una vez por todas.

No resultó nada fácil decirle a María que la European Quantic TM prescindía de mis once devotos y leales años de servicio al frente de su proyecto más ambicioso. Un pequeño ajuste en la plantilla y un gran recorte en el presupuesto no parecían ser suficientes razones para lograr de ella un mínimo de empatía. Y no la culpaba. Quizá un profesor de instituto, o un cartero, o un abogado en su hogar habrían dispuesto del tiempo suficiente para ocuparse de sus fantásticos hijos, de sus entretenidísimos compromisos sociales o de sus cada vez más apagadas ganas de conocer Sidney. Era ya tarde para cambiar una desacertada colección de zapatos, bolsos y abrigos, comparable sólo a otra desacertada colección de ramos de flores y tarjetas de disculpa.

Poco productiva resultó ser la semana siguiente. María se la pasó encerrada en el cuarto sin parar de llorar y tuve que encargarme personalmente de obligarla a comer algo. No hablaba, no comía, pero me aseguré de que siempre tuviera cerca una botella de agua. Yo sabía que un ser humano puede sobrevivir casi un mes con un sólo vaso de agua al día. Y también sabía ya todo lo que tenía que hacer para solucionar todo este asunto, así que, una vez que toda aquella rutina fue haciéndose más soportable, empecé a poner en marcha cuanto tenía en la cabeza. Apenas me quedaban tres semanas, y era importante que todo funcionara a la perfección. Cualquier mínimo error provocaría de nuevo un cambio de consecuencias imprevistas.

Tres semanas después, todo estuvo listo. Afuera, el tiempo libraba una feroz batalla con todos los demonios del universo y parecía lanzar brazos y piernas desmembrados contra la puerta cerrada del garaje. Era hora ya de probar aquel cacharro. Y entonces, apreté el botón. Aquel cacharro comenzó a vibrar bajo mi asiento y el cuadro de mandos empezaba ya a escupir chispas justo donde una aguja marcaba las 13:30 del día 3 de mayo de 2009. Aquel día María, volvía a casa con una bolsa de fresas en la mano.

De no ser porque soltó la bolsa para darse el impulso necesario con la mano derecha y poder así saltar hasta el césped, me hubiera llevado por delante a María con el coche. No tuvieron mejor suerte esos limones que llevaba en su interior, que exprimieron hasta la última gota de su zumo bajo las ruedas de aquel trasto que acababa de comprar en el desguace de la esquina.

jueves, 18 de marzo de 2010

Motivos literarios en Segovia


jueves, 11 de marzo de 2010

Abriendo cajas

Todo cabe aquí dentro. Todo lo que recuerdo. Todo lo que intenté capturar y domesticar: mariposas, pajaritos, una abuela, gatos, chicos. Nadie tan fiel como los chicos, tan enjaulado como yo y mis animales. Yo, con mi cara de niña bonita en una casa de cuetro plantas. Yo en el cuarto del sótano haciendo las cosas que no se pueden decir. Haciendo cajas, abriendo cajas. Una vez, y otra. Y otra. Todo cabe en esa casa de cartón oscuro para mi, y cuando no quiero que nadie me mire me meto dentro de mi caja. Entorno los ojos. Y sonrío.


http://www.youtube.com/watch?v=Fbr3MDI1QLc

viernes, 19 de febrero de 2010

Cuestión de supervivencia.

Nos miramos a los ojos mientras come. Él, trata de llenar su estómago. Yo, de que no me lo vacíe. No es más que una cuestión de supervivencia. Nada fácil, por cierto, pienso al verle masticar mis tripas.

viernes, 8 de enero de 2010

INVISIBLES. I

Le oyó venir calle arriba. Canturreaba una salmodia incomprensible que le llevaba de un extremo a otro de la calzada. Los pocos peatones que se apresuraban a esa hora por las aceras, cerraban oídos y volvían la cabeza cuando estaban cerca de él. También la nariz. De sus ropas de color indescifrable, se desprendía todo el tufo de la miseria: una mezcla de orines, vino barato y soledad.Cuando estuvo a su altura, ella también intentó fingir que no le veía, distraer la mirada hacia el escaparate de telas que estaba a su derecha, pero antes de que pudiera hacerlo, unos ojos azules, con un brillo absurdo de alegría en la pupila se quedaron detenidos en los suyos. Una boca mellada le sonrió y con una voz tan rasposa como era de esperar le dijo: - ¡Puta vida, desde que vivo en la calle, me estoy volviendo invisible!

INSPIRACIÓN


Ella sale de casa con el bolso vacío. Apenas unas llaves, una hoja de papel, dos o tres sonrisas y una caja con lágrimas. Recorre la ciudad escudriñando los hospitales, las casas en ruinas, las esquinas donde las agujas buscan venas azules y papagayos muertos. Su botín es la ira y la desesperanza, se alimenta del frío y del olor a pena. Se esconde en los ojos de los amantes ciegos, en las bocas de las madres que vuelven una y otra vez a las puertas de los colegios vacíos, en los parques donde los toboganes se han manchado de sangre. Ella sale de casa con el bolso vacío, pero cuando regresa a su guarida húmeda, transporta una mochila oscura con olor a miseria. Se acurruca debajo de la escalera y con la paciencia de una larva hambrienta, va hilvanando palabras en relatos sin titulo, poemas escuálidos que hay que leer a la luz de los espejos rotos. Ella sale de casa con el bolso vacío.

viernes, 1 de enero de 2010

Frío

Atravieso el cristal,
diminutos trozos saltan y caen sobre el asfalto
mi sangre se vuele azulada,
deja de hervir, se congela con el frio

Los recojo y pego
con la lengua despacio moldeo formas que están en mi memoria
me corto los dedos y sangro

busco el reflejo pero el cristal es frio, no es sedoso
ya no es transparente
recojo los restos y los dejo en el armario
y olvido.

jueves, 19 de noviembre de 2009

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ofelia




Fui a ver la exposicion" Lágrimas de Eros" y al ver esta fotografia de Gregory Crewdson, "Ofelia" me acordé de Ana

viernes, 30 de octubre de 2009

EL ANGEL DE LA BICICLETA

http://www.youtube.com/watch?v=facKCZhz7eE

Ocurrió en diciembre, en los días del hambre, cuando los poderosos habían despedazado el país y lo habían ido vendiendo trocito a trocito, cuando el dinero de los que tenían algo se convirtió en papel del monopoly y finalmente desapareció secuestrado por los bancos, cuando los que no tenían nada siguieron sin tener nada y después tuvieron algo menos que nada.
En esos tiempos, en una tierra que había sido la despensa del continente, era difícil conseguir tres comidas diarias y la gente empezó a alimentarse de su imaginación.
Se volvió al trueque; se organizaban mercadillos en los que se cambiaban dos madejas de lana verde por un pastel de calabaza, una pastilla de jabón de olor por media lata de carne en conserva o un paquete de café por dos tarros de mermelada casera. Delante de los bancos se organizaban determinados días de la semana, interminables colas para sacar un poco de dinero con el que pagar el recibo de la luz y evitar que la compañía cortase el suministro.
En los barrios más pobres, se organizaron comedores colectivos en los que se intentaba garantizar que, al menos los niños, tuvieran una comida digna al día. Todo el mundo llevaba su olla con lo que había podido encontrar y el guiso se compartía. Y cuando la buena voluntad no alcanzaba, se empezaron a asaltar supermercados. Como única respuesta, la autoridad decretó el estado de sitio. Se suspendieron, otra vez, todos los derechos y garantías constitucionales, la libertad de expresión y la de reunión. El horror y el espanto del fantasma de la dictadura volvió a aparecerse por calles y plazas. Pero esta vez la gente no acató y poco a poco comenzó a oírse por ciudades y pueblos un rumor que iba creciendo hasta convertirse en estruendo. Cientos, miles de cacerolas eran golpeadas desde balcones, desde ventanas, desde portales. Y después, salieron a la calle para decir que ya no tenían miedo, que ya no iban a poder con ellos, que no obedecerían ninguna orden que viniera de un poder político al que ya no se le reconocía ninguna autoridad. “Que se vayan todos”, gritaba la gente y en ese todos estaban englobados senadores, diputados, funcionarios, jueces y hasta el mismo Presidente.
Ocurrió en diciembre. La mañana del 18. Claudio trabajaba en un comedor escolar y recorría uno de esos barrios de casas de chapa montado en su bicicleta, intentando conseguir unos huevos o un trozo de carne con los que ayudar a inventar la comida del día. También organizaba talleres y actividades con los muchachos, abocados, como sus padres al paro y a la ignorancia. En su barrio también se saquearon dos supermercados en los que apenas ya quedaba nada y el ejército, por orden gubernamental, salió a la calle. Tomaron la plaza donde estaba su escuela y empezaron a disparar. Él se subió al tejado gritando “Bajen las armas, que aquí solo hay niños comiendo”. Una bala del comando 2270 le atravesó la traquea.
Después de su muerte las paredes del barrio, de la ciudad entera se llenaron de bicicletas aladas y de inscripciones “Claudio vive”. “Bajen las armas, que aquí solo hay pibes comiendo”

jueves, 29 de octubre de 2009

A mis treinta y seis años

Los cañones gritan y la muralla responde, esa es la lengua que importa, ni el griego ni el turco, murmullos entre algodones sucios y ardientes. El mar es rojo como la sangre que cae, despacio, la sangre que el parásito desprecia, demasiado gordo para moverse. . No siente nada, está paralizado, los oídos y ojos aún funcionan, pero la lengua perezosa no quiere ayudarle a gritar para que paren y le dejen tranquilo.

Intenta recordar Lepanto, la fortaleza objetivo, el pequeño puerto, los barcos en posición, hay que planificar o no habrá salida. No puede, sólo ve Escocia, lluvia, faldas que crujen y frío. Mujeres que coquetean o lloran, mujeres que suplican un romanticismo imposible, no saben quien es, el aristócrata de de amores escritos y nunca dichos.

Se cansó de Escocia, Inglaterra, Italia, como se cansó de Mary, Anna o Margarita, el cojo bribón, escurridizo, que escapaba en silencio a caballo y cambiaba de patria, llenando el hastío de conquista de libertades ajenas, que le llenaban durante meses hasta que el agujero crecía y todo se colaba por él.

Y ahora el hueco es demasiado grande y por él se rellenan las fuentes de cerámica, dos, tres, ha perdido la cuenta, blancas al llegar, rojas al marcharse, y no le quedan fuerzas, tiene treinta y seis años y sabe que en Missolonghi se acaba el viaje

(…)
Seek out--less often sought than found--
A soldier's grave, for thee the best;
Then look around, and choose thy ground,
And take thy rest.

On this Day I Complete my Thirty-Sixth Year
Lord Byron

jueves, 22 de octubre de 2009

Caleidoscopio

Rojo, azul, púrpura. Los colores se mezclan y renacen diferentes, o quizás solo disfrazados.

Al principio llegó el rojo. Dulce y ligeramente picante. Siouxsie and the Banshees suenan en el ambiente, a ritmo sincopado junto a las risas, las partidas de mus en el bar robadas a las clases y los novios de paso. Los días pasan fluidos. Exámenes que no cuestan demasiado, muchos amigos, focos nocturnos, en invierno o en verano. Los cines cambian de función, los mirones se vuelven actores en la última fila, y las historias se dividen en líneas paralelas. La de la pantalla se va difuminando, mientras el roce y el calor se hacen reales y lo apartan todo.

Los fluorescentes de la oficina tiñeron de azul el aire, las moquetas llenas de polvo y los despachos vacíos. El resto ha desaparecido bajo montañas de informes, y el la pantalla de ordenador las líneas de números se persiguen y nunca llegan a ningún sitio. Arañas amarillas sobre fondo otra vez azul. Hace frío dentro y fuera. En los altavoces suena “Black or blue”. Una mujer exótica llegó y se fue, sólo quedó el humo del cigarrillo sin dejar nada a cambio. La voz le suplica que se quede pero es tan inútil como el ruido de las teclas flotando a quince metros sobre el Paseo de la Castellana.

Se hundió en el mar y cuando parecía que el fondo no existía, pegó una patada y subió. La tierra se volvió púrpura y Siouxie volvió reírse. La mujer de las veintidós caras se desintegró y es la misma pero es otra. A veces las caricias calientan su cara y aún se avergüenza, otras intenta controlarse y ser lo que parece que se espera de ella, pero el hielo no acaba de salir, y es que cuando una gota de rojo se junta con otra de azul, no se puede volver atrás, por muchos colores que se intenten mezclar
.
Christine- Siouxie and the Banshees

She tries not to shatter, kaleidoscope style
Personality changes behind her red smile
Every new problem brings a stranger inside
Helplessly forcing one more new disguise

Christine-the strawberry girl
Christine-banana split lady

Singing sweet savages lost in our world
This big-eyed girl sees her faces unfurl
Now she's in purple
Now she's the turtle. Disintegrating

Christine-the strawberry girl
Christine-banana split lady
22 faces...disintegrating.


Black or Blue – Suede

There was a girl who flew the world from a lonely shore
Through southern snow to Heathrow to understand the law
There was a boy who loved the noise of the underground
He left the coast and overdosed on that London sound

He said "I don't care if you're black or blue
Me and the stars stay up for you
I don't care who's wrong or right
And I don't care for the U.K. tonight so stay stay"

And then one day she moved away from those garden walls
She left some flowers, he smoked for hours
She understood the law

I don't care if you're black or blue
Me and the stars stay up for you
I don't care who's wrong or right
And I don't care for the U.K. tonight
So stay, stay, stay, stay…
There was a girl who flew the world

lunes, 19 de octubre de 2009

Ya tengo mi canción!

http://www.youtube.com/watch?v=szih3b2DwOo

domingo, 18 de octubre de 2009

NUESTRAS PALABRAS

jueves, 15 de octubre de 2009

El peor texto del mundo escrito mal apropósito.

Abri la preciosa caja dorada con mucho nervio de poder encontrar aquello que tanto anhelaba. Nada más abrir la caja apareció brillante y luminoso.
Allí estaba el anillo, esperándome despues de cincuenta años dentro de la caja. Me lo puse en el dedo y comencé a pensar en Rafael.
Salí corriendo con mucho nervio y miedo y vi al socio de Lourdes que estaba de pie junto al horno. Mi alegría era tan grande que no tuve tiempo de mostrarle mi precioso anillo ya que deseaba salir a la calle a gritar de alegría.

¿¿¿ Malo verdad???

miércoles, 14 de octubre de 2009

miércoles, 7 de octubre de 2009

Pablo dijo:

Claus y Lucas hay que leerlo por lo menos DOS veces!

Habitar un cuerpo como un pozo
es saber que el eco de la piedra está muy por debajo del número cuarenta y tres de mis zapatos.
Que cuando me habitas, entrando y saliendo por los largos túneles que son mi cuerpo
Buscas viajar por un laberinto que te lleve al táctil espejo donde se ve la bestia.
Pero entras y penetras por la imagen apenas sólida en apariencia.
Oscura por demás, como todos los túneles.
Viajes de la ebriedad por el filo del miedo a nuestra muerte.
Aunque se y sabes,
como todos los que prostituyen su miedo para vestirlo, al modo de los niños con los muñecos, de apariencia.
Que todo cuanto se ve es mentira y también cuanto se toca y hasta cuanto se piensa.
Que cada vez que te llamas por tu nombre, o por uno de esos muchos con que te nombra el olvido.
Es el ladrillo que hace el túnel de lo que hablas.
De esa cascara vacía en que nada pasa al deshabitarla.
Por eso, por cada vez que mis ojos se abren tras las muertes cotidianas,
se que no hago más que repetir la historia del mundo,
anteceder a un derribo que como la luz de las estrellas, tan lejanas,
no es más que el ser el instante de paso en un camino.


no es más que el ser el instante de paso en un camino.

martes, 6 de octubre de 2009

Con los ojos de los demás


sábado, 3 de octubre de 2009

proyecto cartele

viernes, 2 de octubre de 2009

viernes, 25 de septiembre de 2009

vuelo



El miedo es una orografia extraña que nos separa,
Un intrépido abrazo con vocación de abismo.
Al que como a todo lo que nos distancia, por que te quiero, Estoy agradecido.
A veces te toco y me siento tan lejos, Tan del final del horizonte,
que casi podría volver y apoyar la mejilla en tus espaldas.
Me sé silencios.
Los aprendo repitiéndolos despacio infinitas veces.
Me pongo la piel de ausencia.
La mirada de ojos abiertos, para los otros, Como si los viera.
Esa mirada fija, que los deja tranquilos... y me dejan.
Me pasan por alto, de lado, por abajo.
Y me voy cerrando con hábito de flores muertas.
Se me caen las ingles, se quiebran, Se deshojan pétalo a pétalo tobillos y muñecas.
Me cuelgo un cartel en el pecho que en letras de rojo oscuro, casi negras,
entre puntos suspensivos dice:
Fin de fiesta.



Lo demás es silencio, ...que me aprendo,Y que me cubre

cumpleaños ( cuello de cisne )


No todos sabían que le faltaba una pierna.
Aunque lo veían cojear y para hablar con el miraban casi al suelo.
A mi hermano muerto,
siamés mio que nació separado por una operación quirúrgica de años entre nuestros partos,
le gustaban los pintalabios malvas para pintar la boca por donde su muñon se desangraba.
Le molestaba que no vieran la diferencia y que nos dijeran que no nos pareciamos en nada.
Hasta falsificó su registro para que tuvieramos los mismos apellidos.
No recuerdo muy bien que existiera hasta aquella mañana, en que me dijo que eramos demasiados y que debia irme de la casa.
Yo decidí volar, pero no soy un suicida y le dije que esperara a que me crecieran las alas.
Desde entonces cada mañana, pinta curvas de nivel en mi espalda pequeñas circunferencias concentricas de color malva.
Me asomo por el sotano en que vivimos con aire de pollo dejando el nido mientras el me vigila con sus heridas dibujando laberintos en el suelo y con la urdimbre de su cordón umbilical enrollado de bufanda.
He decidido no prolongar más el viaje, pero quiero esperar a una noche en que no este muerto y haya cerrado las ojeras pintadas de malva, para salir volando de a poco por la geografía subterranea de la ventana.

lunes, 21 de septiembre de 2009

viernes, 18 de septiembre de 2009