Ella sale de casa con el bolso vacío. Apenas unas llaves, una hoja de papel, dos o tres sonrisas y una caja con lágrimas. Recorre la ciudad escudriñando los hospitales, las casas en ruinas, las esquinas donde las agujas buscan venas azules y papagayos muertos. Su botín es la ira y la desesperanza, se alimenta del frío y del olor a pena. Se esconde en los ojos de los amantes ciegos, en las bocas de las madres que vuelven una y otra vez a las puertas de los colegios vacíos, en los parques donde los toboganes se han manchado de sangre. Ella sale de casa con el bolso vacío, pero cuando regresa a su guarida húmeda, transporta una mochila oscura con olor a miseria. Se acurruca debajo de la escalera y con la paciencia de una larva hambrienta, va hilvanando palabras en relatos sin titulo, poemas escuálidos que hay que leer a la luz de los espejos rotos. Ella sale de casa con el bolso vacío.
viernes, 8 de enero de 2010
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