jueves, 21 de diciembre de 2006

EL Don de la Mirada.

EL DON DE LA MIRADA

Descálzate
los ojos:
el mundo es un jardín de páginas
o un libro

(J.M. Parreño)

¿Qué pasaría, si al menos durante veinticuatro horas fuésemos capaces de desnudar la mirada y ver de verdad el mundo?.

El sonido del despertador se abrió paso entre el laberinto de su sueño y cuando poco a poco fué abriendo los ojos, le sorprendió lo que vió. Su dormitorio le pareció distinto, no sabía muy bién donde estaba la diferencia, pero siendo todo idéntico, nada era igual. Los muebles, las cortinas, los libros eran los de siempre, la luz... si, quizá era la luz que entraba por la ventana lo que era diferente de otros días. Le pareció más limpia, como con más color. Se asomó y descubrió un espectáculo increíble. El sol, muy lentamente se abría paso entre las sombras y el cielo se iba pintando con mil matices. ¡Qué belleza! ¿Y eso era así todas las mañanas?.
Miró la cama de la que acababa de levantarse. Su mujer dormía aún con los brazos extendidos y algo parecido a una sonrisa, rondándole la comisura de los labios. Le asombró casi dolorosamente la increíble perfección de la curva de su pecho y la sombra que proyectaba sus barbilla sobre ese pequeño hueco que se forma donde termina el cuello y comienza el esternón. Nunca la había visto tan hermosa, ni siquiera el día que se conocieron. Ahora era como si pudiera ver su belleza desde dentro.
Sintió deseos de quedarse allí, mirándola, respirando su luz. Buscó su libro de poemas preferido, que se abrió solo: “Este otoño que tanto te quiero, te regalo la lluvia...” Así lo dejó sobre la cama, al alcance de la mano de ella. Le dio un poco de vergüenza, él no solía hacer esas cosas...
Le costó un gran esfuerzo salir de la habitación y realizar una por una las pequeñas rutinas cotidianas que le llevaban, como la corriente de un río, hasta la puerta de su casa, rumbo al trabajo.
Tuvo todo el tiempo una extraña sensación de descubrimiento, como si viera las cosas por primera vez. Mientras desayunaba adivinó en esa mancha que había debajo del fregadero, un paisaje de nebulosas y constelaciones que le maravilló.
Salió a la calle. El sol ya estaba en el cielo. El otoño recién estrenado. En el parque que había frente a su casa, los aspersores regaban el césped. En uno de ellos un arco iris se había quedado atrapado y se derramaba en pequeñas gotas de colores sobre la hierba.
No podía creer lo que le estaba pasando, era como desnudar toda la belleza del mundo, que de pronto estaba allí, palpitando a su alrededor. Se sintió extrañamente feliz.
Se cruzó con la gente, que como él iba al trabajo. Algunas caras le resultaban familiares a fuerza de verlas día tras día. Hoy, sin poder evitarlo, les miró a los ojos. Y vio. Vio una tristeza inmensa en esa mujer que siempre vestía de oscuro y que solía caminar con los ojos bajos. Sintió en su corazón su misma pena, que era como el resumen de todas las penas que puede sentir un ser humano. Le entraron unas ganas enormes de pararse, tomarla del brazo, consolarla. Lo haría. Se acercó, pero ella con un gesto de miedo desvió la mirada y apretó el paso.
Vio a esa chica, cuyas ropas siempre le llamaban la atención, por lo raras y provocativas. Hoy no llevaba sus enormes gafas de sol y también la miró a los ojos. Solo vio vacío y exasperación. Su mirada le sumió en un torbellino descendente, como si cayeran juntos por un desagüe. Se sintió mareado. Ella le gritó: -¡Eh tu, gilipollas! ¿Qué coño estas mirando?-
Siguió su camino. Ya no se sentía tan feliz. Esa mañana creyó haber recibido un don especial que le capacitaba para apreciar la belleza, pero al parecer ese don también incluía penetrar en otros mundos no tan placenteros.
En la entrada de un viejo cine cerrado hacía años, descubrió un bulto echado sobre unos cartones y tapado con harapos. A su lado, un perro lleno de calvas y heridas, dormitaba. No era la primera vez que veía a ese mendigo durmiendo allí. Otras mañanas, al llegar a su lado, apretaba el paso casi sin darse cuenta. Hoy no pudo. Cuando lo miró, comprendió de un golpe la tragedia de ese hombre y se acercó a él. El olor a alcohol y suciedad era muy fuerte, casi insoportable. Era el olor de la miseria y la desesperanza. Se sentó en el suelo, a su lado. Encendió un cigarrillo. Al sentir su presencia, el vagabundo se despertó asustado. Casi a la vez, el perro gruñó de forma amenazadora. Él comenzó a hablar y explicó al mendigo de qué manera tan intensa y terrible le comprendía, como quería ayudarle a salir del agujero en el que había caído. Sus palabras no sonaban huecas. Salían como una cascada de lo más profundo de su ser, llenándole de asombro y de paz. El vagabundo le miraba, al principio con miedo, luego con extrañeza, poco a poco con confianza y agradecimiento. Se contaron sus vidas y vieron que hasta el momento de “la quiebra” no eran tan diferentes. Trabajo, familia, amigos... Hasta que para uno de ellos un dia todo sedesmoronó. Tomaron juntos un café. Se hicieron amigos.
A esas alturas él ya había empezado a comprender lo que le estaba sucediendo. Su mirada había sufrido una especie de transformación, que le mostraba el mundo desnudo de miedos, de costumbre, de cinismo, de aburrimiento. Al mostrarle el corazón de las cosas, no le permitía quedarse impávido ante ellas.
Por fin llegó al psiquiátrico donde trabajaba y allí comprobó que ese extraño don persistía y constató algo que llevaba intuyendo tiempo atrás. La mayoría de sus pacientes también lo poseía.
Recordó algo leído días atrás en el catálogo de una exposición de pintura, en el que se hablaba del arte como sinónimo de locura. Decía el pintor “Que suerte tengo de no estar cuerdo y ver el mundo desde mis ojos”.



Compañeros, como soy un poco neurótica, de cada propuesta que da Graciela, suelo escribir dos o mas relatos (por aquello de la inseguridad:"-este no se si me gusta, este parece que me gusta algo más, pero tampoco...-" Este pobrecito era el primero de la propuesta "Que pasaria si..." y quedó desbancado por "Los posos de la memoria" (el del aspirador.). Como me da lastimita que se quede en el cajón sin ver nada de mundo, lo cuelgo de este blog, para que vea algo de mundo.

1 comentario:

EXASPERADAS dijo...

Christine

¡Pues me gusta! La verdad es que vamos demasiado por ahi sin ver...