jueves, 26 de junio de 2008

Un email no enviado de un viaje que no ha empezado aún

Mi viaje empieza una semana antes de la hora del vuelo. Un mes antes. Una vida antes. No lo sé.

Escribo porque ya sé lo que contaré. Los correos que os voy a mandar. Conozco ya todas las palabras.

Puedo imaginarlo todo, planearlo todo para llegar allí y sorprenderme y volver a empezar. El viaje es MI viaje y no importa si es lejos o cerca, si es largo o corto. Si está organizado. Si voy a un país exótico o si me siento demasiado turista, demasiado mujer, demasiado extranjera.

Quiero escribir y al volver, me gustaría leerte.

A mí me apetece escribir sobre viajes. Sobre éste, sobre otros que ya hice. Y hablar de los trenes que cogeré y pensar cómo describiré esa ventana que no se cierra del todo y el olor rancio de los asientos más baratos. Escribir sobre y para ese chico que nos pidió un mechero en una playa de Ortigueira, una vez. Escribir para Kike bebiendo tequila en un bar de carretera que no debería existir, los zapatos llenos de polvo. Mi amor.

Dormimos en aviones. Hacemos colas. Renovamos pasaportes. Compramos sueroral, fortasec. Confirmamos reservas. Palabras. De eso están hechos los viajes. Tráeme palabras, de las que no se compran en las tiendas de artesanía. De las que no se venden.

Escríbelo todo. Si no puedes, si tu papel está en blanco, copia prospectos de medicamentos. Escribe 137 veces la receta del pollo al curry, o un tratado sobre las plagas que afectan a los cerezos. Escribe el número de señales de tráfico que dicen STOP que hay de tu casa a la mía.

Marina y yo hacemos dedo y dos chicos con una perra que se llama trucha paran a mirar un mapa. No nos han visto pero nos subimos y no paramos de hablar, dormimos con ellos en un cajero automático. Hacemos con ellos una parte de nuestro viaje.

No son los recuerdos los que se pierden, es el viaje que no se acaba.

Me levanto en un tren con el cuello dolorido y tengo sed. Me cuelo en un hospital en Montevideo. Alma conduce sin parar durante semanas por el desierto. Jorge acaricia el lomo de un taxi en Atocha.

¿Si yo prometo volver tu escribirás? Dime que sí, que lo harás de todas formas para que pueda volver . Y leerte.

Ojalá no escribir fuera tan difícil como poner la mente en blanco.

Ojalá no viajar significara poner la vida en pausa.

Imposible no pensar, no vivir, no viajar. Escribe cada día ¿me oyes? ¡Es que es importante!

Escribe sobre campos arados o sobre familias o colegas, o sobre niñas que esconden colchas a juego con sus cortinas. Sobre pequeños adornos caseros, escribe sobre ladrillos de colores. Escribe sobre milímetros o sobre centímetros o sobre arrancarte la piel a tiras. Escribe tu ciencia. Escribe cosas que nadie entienda, escribe si quieres hasta finales felices, pero escribe.

Y déjame volver.

Lacancióndepabloes: Copenhague, de Vetusta Morla.

viernes, 13 de junio de 2008

La Llamada

El señor del cuarto ha muerto a las 17.23 me dijo Doña Maria apenas puse el pie en el descansillo del primero, mientras subía con las bolsas de la compra intentando llegar a mi casa, un piso mas arriba. Me estaba esperando con medio cuerpo fuera de la puerta y el cordón de la bata rodando entre sus pies.

No había manera de librarme esta vez, pensé.. iba a tener que quedarme a escuchar quisiera o no . Ella estaba firmemente decidida a no dejarme pasar al segundo tramo de escaleras Me había debido de oler desde el portal o verme llegar por el balcón . Resignada ,deje las bolsas en el suelo. El plástico me estaba guillotinando las manos.

Le ha dado un infarto.. Vaya `pobre hombre dije yo compungida. Han venido sus hijos y todo ….Claro claro …Doña Maria desde que se quedo viuda, intenta pasar la mayor parte de su tiempo hablando con quien puede y haciendo de detective el resto. Su ansia de conocimiento de las vidas ajenas es encomiable. Yo intento no hacer ruido cuando paso delante de su puerta llegando incluso a ir de puntillas o descalzarme para que no me oiga Mi casa para ella tiene una atracción especial. … Un piso compartido con gente entrando y saliendo.

Al principio de vivir en la Calle de Limón, en cuanto podía me enganchaba en la escalera para que le pusiera la lavadora en el programa 3 ya que ella no veía bien los números y de paso hacerme el interrogatorio y contarme la vida de cada vecino. En su lavadora estaba marcado el número ,con un circulo con una flecha y en rojo . Imposible no verlo .Ella misma me decia.., éste , es , el tres… el que me tienes que poner ... Es que yo no veo bien guapa..-- . Con el tiempo descubrí que también veía muy bien de lejos.. Desde su balcón era capaz de distinguirme estando yo en la esquina de la calle, esperar a que entrara en el portal, para salir justo cuando pasara por delante de su casa. Su buena vista se juntaba con una gran capacidad para calcular distancias y tiempos.

Ahora van a dar una misa en la escalera para que puedan ir todos los vecinos.. También han venido sus nietos. Pobre hombre.

Como no solía obtener mucha información de mi, una vez decidió subir y averiguar. Un día que sonó el timbre, al abrir la encontré sujetándose la falda con las manos. Entró diciendo que necesitaba orinar, que su baño estaba estropeado.. . Pase usted…Le indique donde estaba el servicio y aprovechó para dar un giro de cabeza que me hizo dudar de su artrosis cervical de la que se quejaba regularmente. Llevaba toda la mañana aguantándose , había llamado antes pero no contestaba.. y ya no podía mas .. Lo entendí. Imagine que era mucho mas interesante orinar en mi casa que en cualquier otra .

Se ha muerto en su cama… como mi difunto esposo … Yo ya había recuperado la circulación en las manos . Parece que ser que emitió un pequeño quejido antes de morir…..

Otra de las veces que su olfato instintivo le aviso que yo iba a salir se abalanzó sobre mi cuando puse el pie en el ultimo escalón antes de llegar a su puerta para preguntarme si era de mi casa de dónde habían salido dos chicas negras por la mañana. Ahh si dos amigas francesas de quique que han pasado el fin de semana Noo francesas nooo.. negras pero muy negras dijo bajando la voz...de algun pais de esos. Siiii si son Paris .. .. que no noo.. hablaban en un idioma muy raro. Claro el frances… . No francesas no eran. Pues ahora si que ya no quien a se refiere usted Maria.

Han venido del Samur pero ya era tarde.. Ha muerto en sabado santo.. Con el cinturón de la bata estaba haciendo figuritas de tanto retorcerlo. La pierna ya me empezaba a molestar de estar de pie . Me había caído por una alcantarilla y tenia diez puntos en zig zag cosidos con un hilo negro de la guerra civil. Nada grave. Aparte de no haberme podido ir de vacaciones , quedarme sin pantalón vaquero , tener las dos piernas llenas de magulladuras ,el estomago destrozado por dos cajas de antibióticos junto con una erupción cutánea y una almorrana, no había sido algo de mucha importancia.

Tu novio es el del pelo rizado? Ya no podía mas . Sonó mi móvil. Me llaman Doña Maria luego la veo a usted.

El Origen

Mi padre me dejó como herencia además del placer por el cava, una lacra que he llevado a cuestas toda la vida, de la que me gustaría poder deshacerme. Probablemente por esta razón he decidido venir a hablar con ella.casi un año después de recibir su llamada .Estoy nerviosa con el encuentro. He llegado casi 15 minutos antes y la espero sentada en un banco oliendo la ría. Los colores de humedad dan vida al entorno grisáceo……

Desde que nació tuvo una relación especial con la muerte. Vino al mundo sin respirar .No se sabe si por que consideró que todavía no era el momento y fue esta su forma de protestar o realmente porque no tenía ningún interés en vivir por si mismo. Hubo que dedicar un gran esfuerzo para reanimarle algo que ya se incorporo a la rutina diaria de los que vivieron con él. Le pusieron Ignacio en honor al santo de Loyola que fundó los Jesuitas y desde que salio del hospital un agosto caluroso en Granada en 1939 puso toda su energía en buscar la forma por la cual pudiera acabar con su vida.

Comenzó a indagar en el mundo de las enfermedades y empezó a practicar con los ataques de epilepsia pensando que seria algo rápido y fácil pero no funcionó muy bien así que decidió combinarlos con una neumonía crónica. Casi lo consigue con tres años. A los cuatro ya era un experto en caer medio muerto fulminado en el suelo uniendo a sus crisis los ataques de asma y se doctoro con cinco años con difteria y diabetes. Cuando tenia siete toda la familia se traslado a Valencia y allí refino los métodos, logrando una alergia a las palmeras e incorporando a su historial medico por enfermedades, otro por golpes y accidentes caseros. Descubrir el mundo de la electricidad le fascinó y se pasó meses tocando los cables pelados y metiendo los dedos en los enchufes. Un día de tormenta por fin ocasionó un cortacircuito y consiguió de una sola vez, dejar todo el edificio sin luz y quemarse la mano.

La familia decidió, viendo que la salud de todos peligraba mudarse y venirse a Madrid, a la calle Ferraz. Mi abuelo había conseguido un trabajo que marcaría las creencias de todos como abogado de la mayoría de los conventos y órdenes religiosas, incluyendo a los Jesuitas. A partir de entonces le llamarían el Cardenal.

Mi padre ya en Madrid era “honoris causa” en golpes y enfermedades a lo cual se dedicaba en exclusiva dejando que los estudios fueran para sus cuatro hermanos. El mayor Jesús Mari, en esta época ya había sacado un plaza a notarias en Bilbao Joaquín, el segundo estudiaba para Juez y seria años después miembro del parlamento vasco por el PNV. Maria Dolores estudiaría Filosofia y magisterio y Javierito con su carrera de farmacia y óptica se convertiría en el científico de la familia.

A los doce años hubo un hecho que le marcaría para siempre. Iban todos en coche de paseo de domingo viniendo de Toledo y tuvieron un accidente. Un vehículo de frente les embistió Mi padre iba con la abuela en el asiento de delante y detrás Javierito, Joaquín , Maria Dolores y el cardenal. El chofer conducía. Con el choque la puerta delantera derecha se abrió y mi padre vio como perdía al oportunidad buscada al ser mi abuela la que salio disparada sin que él pudiera hacer nada para evitarlo o ponerse en su lugar. Algo cambio en la rutina familiar de la calle Ferraz. Mº Dolores decidió irse a un convento Jesús Mari, desde Bilbao, le retiro el saludo por decirlo de una forma muy educada

A partir de ese día mi padre puso mucho mas énfasis en su objetivo .Su carácter por otro lado se había convertido en muy afable y complaciente hacia los demás. En vez de ir al colegio muchas veces acompañaba al cardenal en sus recados por los conventos. El se lo permitía ya que después de la muerte de mi abuela, se volcó en su hijo pequeño del cual no esperaba ya que fuera algo en la vida. Durante la adolescencia, en el alcohol vio una oportunidad de evasión de la realidad y en el tabaco descubrió un aliado perfecto para acentuar los ataques de asma. El tener carnet de conducir le abrió todo un abanico de posibilidades nuevas con los accidentes de coche. Su boda fue para todos una liberación y un trampa para mi madre que sin saber nada se caso con 22 años con un experto en la destrucción logrando ella alcanzar antes de los 30 una maestría en neurosis agresiva. Los accidentes de tráfico se sucedían año tras año junto con los ingresos en urgencias por causas varias, siendo la de delirium tremens la preferida. Cada vez iba acercándose mas entre golpes y deterioro físico a su objetivo. Por fin, después de 43 años de empeño, lo consiguió la tarde del 1 de enero de 1984 con la ayuda incondicional de un cáncer.

Desde pequeña he tenido una relación muy estrecha con los hospitales y con los bares y la ausencia ha sido mi mejor compañía. Me pasé toda la infancia buscando y huyendo. También aprendí en seguida a no estar en medio sobre todo cuando se juntaban mis padres en un espacio pequeño .Afortunadamente pude escabullirme de casa muchas veces sin que se notara mucho.

No teníamos mucha relación con el resto la familia .Algo debió pasar antes que yo naciera en el reparto de los muebles de la casa de Ferraz a la muerte del cardenal que hizo que Jesús Mari de nuevo retirara el saludo a otro miembro de la familia .Esta vez fue a mi madre. Mi padre, tan solicito con los demás parece ser que iba a dejar primero que sus hermanos, y las cuñadas eligiesen los muebles que querían para que el se pudiera quedar con las sobras algo que mi madre se negó en rotundo aceptar sin mucho éxito. Solo consiguieron un par de muebles y una pintura de una marina que estaba tirada detrás de un sofá que parece ser que nadie quería excepto mi madre que vio su valor. Meses después cuando se dieron cuenta , Jesús Mari, el lider familiar intento que la devolviera. Mi madre como respuesta la colgó en el salón de nuestra casa. Una vez recuperado el honor de su saludo y cada vez que venia de visita, ella lo hacia sentarse delante de la Marina para que disfrutara de la velada viendo como se le retorcía la mueca al beber la copa de vino.

Así que mi contacto con mis ilustres tíos y primos se limitaba a comuniones y otros eventos entre Madrid, Bilbao y Pamplona. Con quien mas relación teníamos era con Maria Dolores, profesora en un colegio en Portugalete . Siempre me lleve muy bien con ella. Fue la única de los hermanos que vino a estar con mi madre en la agonía del hospital cuando a mi padre le ingresaron por última vez y la primera persona adulta que me pregunto que me gustaba hacer.

Recuerdo la última vez que los vi. Fue en Pamplona, el día que murió Jesús Mari de cáncer de pulmón año y medio después que su hermano pequeño. Mi adolescencia inmadura no pudo soportarlo e imitando a Scarlett O`Hara en “Lo que el viento se llevo”, juré que nunca más volvería a ver a la familia de mi padre. Salí corriendo, cogí un autobús y regrese a Madrid para nunca más poner un pie ni en Pamplona ni en Bilbao. Joaquín el político moriría ocho años después también de cáncer y Javierito murió en vida al casarse con alguien que no le permitía respirar por si mismo.

Está saliendo el sol y la ría resplandece. Cierro los ojos recordando… Al abrirlos veo que viene caminando hacia mi. La reconozco al instante. Tiene el pelo blanco y ha envejecido pero es la misma mirada.. Nos abrazamos. Cogidas de la mano bajamos hacia el puente colgante. Quiere enseñarme Portugalete, su ciudad. Tenemos toda la tarde. Han sido 23 años de ausencia.

jueves, 5 de junio de 2008

THIS SIDE UP


Mi origen está dentro de una caja de cartón, al fondo del todo. Yo estoy ahí. Pequeña, muy pequeña, y dormida. Puedes verme si miras bien, cuando sacas algunos trastos:
-los vasos envueltos en su papel de periódico de ayer
-las fotografías enmarcadas
-un candelabro quizás.
-una cortina de baño plegada. Demasiado grande o pequeña para la bañera de la nueva casa.
- y al fondo Ana. 11 veces Ana, las 11 casas distintas que veo desde dentro de mi guarida de cartón.

Recuerdo tener un cúter en la mano. No sé si mi madre me daba instrucciones o era yo la que miraba cómo lo hacía y la imitaba.
Meter la cuchilla en la ranura, perforar el plástico. Entonces, rasgar de un extremo a otro. Durante horas. Durante años.
Meter los dedos uno a uno dentro de la ranura y presionar, luego estirar la solapa para abrir.

Nunca tuve manos de niña. Mis manos siempre han sido grandes. Abriendo una a una las cajas de cartón marrón.
Dentro: mis cosas.
Fuera: una nueva casa. Unos niños distintos para jugar. Unos columpios parecidos. Una chica diferente para cuidar de mí.

La sensación es: esto ya lo he vivido.
La reacción es: buscar un lugar nuevo para cada objeto, un lugar parecido al anterior. Los platos en el armario de la cocina a la derecha de la nevera. El mismo sitio, no es el mismo armario.

Mi madre y yo durmiendo en una cama en medio de un mar de cajas de cartón, en una habitación. Mi madre y yo dentro de una caja de cartón, respirando.

A los 7 años es divertido. Me río y juego. Mi madre esconde regalos dentro de las cajas para que yo los encuentre. No son grandes regalos pero sirven como sorpresa.
-unos calcetines nuevos
-una bolsa de caramelos
-unos cromos de gatitos y estrellas

A los 9 años será mi madre llorando. Mi padre saliendo tarde de trabajar. Mi hermano en casa de algún amigo. “Siempre nosotras, joder”- dirá mi madre.

Luego dormiremos en la única cama que nos ha dado tiempo a montar y la notaré llorar sin hacer ruido, acurrucada en el otro extremo. La primera noche temblaremos. Yo, mi madre, la cama vieja, la casa nueva.

Metida dentro de mi caja voy al colegio andando. En coche. En autobús.
Encerrada dentro de mi caja escucho a alguien que se va.
Desde mi escondite oigo a los que serán mis nuevos amigos jugar en el parque. Les veré fumando en la puerta del instituto. Apoyados en sus motos.

Desde el fondo de mi mundo de cartón veo como la mujer que me cuida entra a escondidas en mi habitación y cambia las cosas de sitio.
La veo meter una pulsera suya en mi cajón, para luego decir que se la he quitado yo.
Y desde mi refugio grito que Ana no quiere salir, no quiere jugar, no quiere comer. Y cuando digo que no comeré todos paran de hacer lo que están haciendo y vienen y se lo creen. Pero es mentira, como a escondidas:
-papeles
-caracoles vivos
-césped
-patatas del fondo de la bolsa
-tofu

Mi encierro huele a ropa de invierno, a libro leído. A tinta de periódico. Intento almacenar ese olor en un bote de cristal de la cocina. Tiro los macarrones para hacer sitio al olor, y miro todo lo que hay dentro de mi caja esta vez:
-Un vestido hippie, una edición ilustrada de Memorias de Adriano, una chaqueta 50% lana, 30% viscosa, 20% poliamida.
Nunca guardamos todos los libros en una caja, toda la ropa en una caja. Me dice mi madre. Así es más fácil hacerlas, más divertido deshacerlas, más “sorpresa”. Siempre nosotras, ¡ay!

Miro las cosas y el bote y como no cabe todo tengo que arrancar una página de Memorias de Adriano y recortar un trozo del vestido jipi ( el que más me gusta, verde y dorado en la manga) y un puño de la chaqueta. Según la etiqueta también llevará 50% de lana, 30% de viscosa y 20% de poliamida. No sé lo que significa “poliamida”.
Y lo meto todo en el bote y meto también las tijeras porque aún queda sitio y corro a enseñárselo a mi madre.

Castigada dentro de la caja no me siento distinta. Desde el interior me veo jugar a torturar muñecas. Me veo hacer los ejercicios que me mandó el médico, pasillo arriba, pasillo abajo, para dejar de andar de puntillas. Me veo hacer un mohín a mi madre que me dice: “Nena, apoya el talón, que siempre parece que estás robando”.

Todo cabe aquí dentro. Todo lo que recuerdo. Todo lo que intenté capturar y domesticar: mariposas, pajaritos, una abuela, gatos, chicos. Nadie tan fiel como los chicos. Tan enjaulado como yo y mis animales, yo, con mi cara de niña bonita en una casa de cuatro plantas. Yo en el cuarto del sótano haciendo las cosas que no se pueden decir. Haciendo cajas, abriendo cajas. Una vez y otra, y otra.

Todo cabe en esa casa de cartón oscuro para mí, y cuando no quiero que nadie me mire me meto dentro de mi caja.
Entorno los ojos.
Y sonrío.